viernes, 31 de octubre de 2014

31/10/2014. Servicio de Noticias de Avanzada Venezolana (AV). Por Kelder Toti. La Teoría de las Élites: Gaetano Mosca. Por Kelder Toti.

31/10/2014. Servicio de Noticias de Avanzada Venezolana. (AV). Por Kelder Toti.
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Las Columnas de Opinión:

La Teoría de las Élites: Gaetano Mosca.


                                                     Por Kelder Toti.



Gaetano Mosca (1 abril 1858 hasta 8 noviembre 1941) fue un italiano politólogo , periodista y funcionario público . Se le atribuye el desarrollo de la Teoría del Elitismo y la Doctrina de la Clase Política y es uno de los tres miembros que constituyen la escuela italiana de los elitistas junto con Vilfredo Pareto y Robert Michels .

Mosca se licenció en Derecho por la Universidad de Palermo en 1881. En 1887 se trasladó a Roma y tomó una posición como editor de los trabajos de la Cámara de Diputados de Italia . Después de haber enseñado en varias ocasiones en Palermo y Roma, se convirtió  Mosca catedrático de Derecho Constitucional en la Universidad de Turín en 1896. Él se mantuvo esa posición hasta 1924, cuando se estableció definitivamente en Roma para ocupar la cátedra de Derecho Público de la Universidad de Roma . Mosca ocupó varios otros cargos académicos en toda su vida.

Estudió derecho en la universidad de Palermo, centro en el que también obtuvo se doctoró en 1881 gracias a su tesis Il fattori della nazionalitá, obra en la que ya mostró las bases de su pensamiento político. Tras varios fracasos en sus intentos de lograr una beca en el extranjero o una plaza de profesor de derecho constitucional, se vio obligado a aceptar en 1887 el puesto de redactor de actas en la Cámara de Diputados. Este trabajo le permitió conocer de primera mano la realidad política de Italia. Fue catedrático de derecho constitucional en la universidad de Turín desde 1895 hasta 1923, labor que compatibilizaba con la publicación de artículos sobre derecho en Il Corriere della Sera y otros periódicos.

En 1909 Mosca fue elegido a la Cámara de Diputados de Italia , en el que se desempeñó hasta 1919. Durante este tiempo, se desempeñó como Subsecretario de las colonias desde 1914 hasta 1916. En 1919, Mosca fue nominado senador vitalicio del Reino de Italia . Sirvió activamente en esta capacidad hasta 1926. Durante el fascista dictadura, Mosca se retiró a enseñar e investigar.

En Turín entró en contacto con destacados pensadores italianos que le introdujeron en el mundo de la político, tales como: el economista Luigi Eunaudi, el teólogo Francesco Ruffin y el jurista Solari. En 1908 obtuvo un escaño en la Cámara de Diputados como candidato del Partido Conservador, puesto que conservó hasta 1919, año en que fue nombrado miembro vitalicio del Senado por el rey Manuel III. En 1912 votó contra la extensión del sufragio. Desempeñó el cargo de subsecretario de las colonias entre 1914 y 1916. En 1925 pasó a ocupar en la Universidad de Roma la primera cátedra en Italia de Historia de las Instituciones y Doctrinas Políticas, puesto en el que permaneció hasta que se jubiló en 1933.

En 1903 publicó El principio aristocrático y el principio democrático en el pasado y en el futuro, donde mantenía que hay dos tendencias políticas en todas las sociedades: una aristocrática y una democrática. La primera tendía a convertir el poder en hereditario y el segundo trataba de implantar la renovación mediante la democracia parlamentaria. Estas dos tendencias desarrollan a su vez sos principios: el autocrático, según el cual se trasmite la autoridad de arriba a abajo; y el liberal, para el que la autoridad es una delegación de las clases no dirigentes de la sociedad. En 1923 publicó la edición definitiva de Elementos de Ciencia Política.

Durante este tiempo, Mosca también trabajó como periodista político para el Corriere della Sera de Milán (después de 1901) y la Tribuna de Roma (1911-1921). Mosca es el más famoso, sin embargo, por sus obras de teoría política. Estos fueron Sulla Teórica dei Governi e sul governo parlamentare (Teoría de los gobiernos y de Gobierno del Parlamento), publicado en 1884; Elementi di Scienza politica (La clase dirigente), publicado en 1896; y Storia delle politiche dottrine (Historia de las Doctrinas Políticas), publicado en 1936.

Se ha criticado mucho sus relaciones con el fascismo, movimiento al que apoyaba en sus primeros momentos. Algunos ideólogos fascistas le consideraban uno de sus precursores ideológicos. Pero, poco a poco, Mosca se fue alejando del partido liderado por Mussolini, a quien criticó duramente en el último discurso que pronunció en el Senado. Sus teorías no tuvieron mucho éxito en el momento de su publicación, sólo años después, cuando Pareto publicó sus obras, se reconoció la importancia del pensamiento de Mosca. Su teoría del elitismo fue aplicada por Michels en su estudio sobre la oligarquía de los partidos políticos.

El pensamiento político

Contribución perdurable de Mosca de la ciencia política es la observación de que todos, pero las sociedades más primitivas se rigen de hecho, si no en la teoría, por una minoría numérica. Llamó a la esta minoría clase política . Aunque su teoría se caracteriza correctamente como elitista, es preciso señalar que su base es muy diferente de la élite del poder se ha descrito, por ejemplo, C. Mills Wright . A diferencia de los molinos y los sociólogos posteriores, Mosca era objetivo al desarrollar una teoría universal de la sociedad política y su teoría más general de la clase política refleja este objetivo.

la élite es una clase social política organizada, que la hace destacar de las masas. Para él, esta clase monopoliza el poder político, y controla el acceso a la élite de manera burocrática. Afirma que aunque cambie el sistema político, la élite dominante sigue existiendo. El concepto de "clase política", se complementa con los conceptos de "lucha por la preeminencia" y de "fórmula política" también por él formulados Considera que la democracia es útil como método de selección de élites, pero la percibe como un mal menor, comparado con otros sistemas. Entiende el poder de las elites de manera estratificada, dando el carácter de modificar a esta.

Mosca define las élites modernas en términos de su capacidad de organización superior. Estas habilidades de organización son especialmente útiles en la obtención de poder político en la moderna burocracia societal. Sin embargo, la teoría de Mosca era más liberal que la teoría elitista de, por ejemplo, el sentido de Pareto , ya que en la concepción de Mosca, las élites no son hereditarias en la naturaleza y los pueblos de todas las clases de la sociedad puede llegar a ser teóricamente "elite". También se adhirió al concepto de la circulación de las élites, que es una teoría dialéctica de la constante competencia entre elites, con un grupo de élite que sustituye otra repetidamente en el tiempo.

La Teoría del Elitismo:


Elite, -como todas las palabras- se ha transformado a través de la historia, adquiriendo diferentes acepciones. "El término francés élite es el sustantivo correspondiente al verbo elire (escoger) y hasta el siglo XVI, fue tan solo choix (elección, acción de escoger)" (Ferrando, 1976, p. 7). En el siglo siguiente adquirió más que todo un sentido comercial, para designar a los bienes de calidad especial y fue en el siglo XVIII, cuando se empezó a determinar mediante esta palabra a algunos grupos sociales y, con tal sentido pasó al inglés. Elite empezó a constituirse en el significado que hoy es usual durante la Belle Epoque, y se difundió extraordinariamente al socaire de la boga de los autores "Maquiavelistas" en el primer tercio del siglo XX.
 Así entonces, en el amplio sentido, se indicaba con esta palabra a quienes tenían las más altas aptitudes frente al promedio general y, en un sentido más restringido, se refería al grupo que G. Mosca denominó "clase política". Más tarde W. Pareto, hace una distinción entre "Elite no gobernante" y "Elite gobernante", que ejerce el control efectivo del poder. En este sentido se suele asimilar élite a la "clase dominante" o de oligarquías, como lo hizo R. Michels.

Los teóricos clásicos de las élites, Mosca, Pareto y Michels -éste último centrado en la organización de los partidos políticos- fueron calificados de "Maquiavelistas". La visión maquiavélica lleva implícita la trasposición de la conducta de un Príncipe a las acciones de las élites políticas decisoras. (Burnham, 1949, p. 104-133 y 177-224). Estos autores son los que al principio del presente siglo, de manera secuencial por la misma época y respondiendo a situaciones concretas de las realidades por ellos vividas, cuestionaron el Estado democrático (y aún el socialista) como garantizador de las igualdades; en el cual siempre se observa que una minoría tiene la facultad o el poder de imponer sus decisiones minoritarias sobre la mayoría.

Sin embargo, la verdadera importancia del elitismo clásico estriba, a nuestro entender, en el empeño que pusieron sus principales representantes en sentar las bases de una nueva forma de entender las ciencias sociales en general y, muy en concreto, la ciencia de la política. Una nueva disciplina en la cual el concepto de élite política o de clase política (según el autor considerado variará la denominación) va a convertirse en el eje central de todo el razonamiento. Es preciso, por tanto, comenzar haciendo una referencia hacia el estudio de los fenómenos políticos, presente sobre todo en los estudios de Pareto y Mosca.


El origen de la teoría de las élites

La teoría de las élites tiene su punto de arranque en la constatación, fácilmente observable, de que en toda sociedad hay unos que mandan, gobiernan y dirigen (la minoría) y otros (los más) que obedecen y son gobernados. El fundamento de la teoría está, pues, en la oposición entre quienes detentan el poder, las élites, y los que no tienen poder, las masas, que son dirigidos por aquéllos.

La definición de Pareto

 Vilfredo Pareto ha sido quien ha dado al término y a la noción de élite carta de ciudadanía en Sociología. En opinión de este autor, la élite está compuesta por todos aquellos que manifiestan unas cualidades excepcionales o dan pruebas de aptitudes eminentes en su dominio propio o en una actividad cualquiera. Como se habrá advertido, Pareto define la élite en términos muy parecidos a como la entiende el sentido corriente: le atribuye un valor cualitativo. La élite, a su juicio, esta integrada por miembros "superiores" de una sociedad, por aquellos a quienes sus cualidades eminentes deparan poder o prestigio.

Por lo demás, a la luz de esta noción de élite es preciso comprender la teoría de la "circulación de las élites" de Pareto. De acuerdo con esta teoría, la pertenencia a la élite no es necesariamente hereditaria: no todos los hijos tienen las cualidades eminentes de sus padres. Se produce pues una incesante sustitución de las élites antiguas por otras nuevas, salidas de las capas inferiores de la sociedad. Cuando tiene lugar esta constante circulación de las élites, se mantiene más firmemente el equilibrio del sistema social, en la medida en que esa circulación asegura la movilidad ascendente de los mejores espíritus. La circulación de las élites concurre al mismo tiempo que el cambio social, porque trae consigo a su vez la circulación de las ideas.

La definición de Mosca

 Gaetano Mosca cree que la élite está compuesta por la minoría de personas que detentan el poder en una sociedad. Esta minoría es asimilable a una auténtica clase social, la clase dirigente o dominante, porque aquello que constituye su fuerza y le permite mantenerse en el poder es precisamente su organización, su estructuración. Existen, en efecto, diversos vínculos que unen entre sí a los miembros de una élite dominante, etc. Estos lazos o vínculos aseguran a la élite una unidad suficiente de pensamiento y la cohesión propia de grupos característicos de una clase. Dotada ya de poderosos medios económicos, la élite se asegura, además, por su unidad, el poder político y la influencia cultural sobre la mayoría mal organizada. Esto explica el papel histórico de la élite.

Pero la élite no es totalmente homogénea. En realidad, está estratificada. Casi siempre cabe observar en ella un núcleo dirigente, integrado por un número reducido de personas o de familias que gozan de un poder muy superior al de las demás. Este núcleo rector desempeña las funciones de liderazgo en el seno de la élite: constituye una especie de superélite dentro de la élite. El liderazgo en cuestión presta a la élite una fuerza y eficacia mayores aún.

Mosca concluye finalmente en la posibilidad de elaborar una explicación completa de la historia a partir de un análisis de las élites rectoras. La historia se le antoja como animada por los intereses y las ideas de una élite establecida en el poder. Por tanto, el hecho innovador de Mosca y Pareto fue incidir en que un grupo minoritario del sistema social se encargara de dirigirlo y que esta minoría se distanciara y escapara del control de la mayoría (Parry, 1980, p. 31). Por lo tanto, un primer y único acotamiento que introdujeron los clásicos fue el de contraponer la élite a la parte de la población excluida de la misma, la no-élite (élite vs masa).

Ambos autores identifican un grupo dirigente frente a otro que es dirigido, a un conjunto de personas que monopolizan el poder político frente al resto que se ve desposeído de él. A los clásicos sólo les interesa aquellas personas que dominan los accesos generales de las fuentes de poder; no contemplan la posibilidad de que este grupo, grande o pequeño, se encuentre subdividido en unidades más pequeñas que se correspondan con las divisiones del tejido social. No se puede hablar de varias élites sino de una única élite, la élite política. En el campo militar, en el religioso, en el económico se hallan personas con las categorías "residuales" superiores -según la terminología paretiana-; sin embargo, constituyen el centro de atención aquellas personas cuyas categorías "residuales" superiores les confieren las claves de acceso al poder.

Predominio de la Élite sobre toda la Sociedad.

Entre las tendencias y hechos constantes que se encuentran en todos los organismos políticos,  es tan obvio que es obvio a toda manifestación: en todas las sociedades, comenzando desde aquellas  mediocremente  desarrolladas  y  que  apenas  han  arribado  a  lo  primordial  de  la  civilización, terminando  por  las  más  numerosas  y  más  cultas,  existen  dos  clases  de  personas,  una  de  los gobernantes  y la  otra  de los  gobernados.  La  primera,  que  es  siempre la menos  numerosa,  realiza todas  las  funciones  políticas,  monopoliza  el  poder  y  goza  de  las  ventajas  que  ello  trae. Si  en  teoría  razonamos  es en parte debido a los hábitos arraigados en nuestro pensamiento y en parte a la exagerada  importancia  que  damos  a  dos  fenómenos  sociales,  cuya  apariencia  es  superior  a  la realidad.


Mientras que la segunda, más numerosa, es dirigida y regulada por la primera, de un modo más o  menos legal, ya más o menos arbitrario y violento, y ella la provee, al menos aparentemente, de los medios  materiales  de  subsistencia  y  de  aquellos  que  para  la  vitalidad  del  organismo  político  son necesarios.

En la vida práctica todos reconocemos la existencia de esta clase dirigente o clase política como en otra parte decidimos definirla. Sabemos que en nuestro país3 la dirección de la cosa pública está en manos  de  una  minoría  de  personas  influyentes,  a  la  cual  la  mayoría  concede,  voluntaria  o involuntariamente la dirección,  y que lo mismo  sucede en los países  vecinos;  y no sabemos de un mundo  organizado  en  forma  diferente,  en  el  cual  todos,  igualmente  y  sin  alguna  jerarquía,  estén sujetos  a  uno  solo  o  todos  en  igualdad  dirigiendo  la  cosa  política.

En cada organismo político siempre lo dirige alguien, no necesariamente es el que tiene el poder formal, sino es aquel que toma decisiones a largo plazo,  una persona puede ser más influyente que el presidente o el rey. En tiempo de crisis la élite decisora toma decisiones en base a la agitación existente, que dependiendo de su capacidad de percibir la realidad pueden o no pueden ser acertadas.
                                                   
En líneas generales, subyacen dos grandes diferencias entre los dos representantes de la "Escuela italiana de los elitistas". Por un lado, el concepto utilizado por ambos -dirigentes, élite (Pareto), clase política (Mosca)- varía. Según Rebenstorf, Pareto ve en el grupo dirigente, personas individuales que llegan a la cumbre por ser los mejores. Según él, aquéllos que tengan los residuos apropiados, serán capaces de ascender. No obstante, no presupone ninguna cohesión entre aquéllos miembros de la élite que tengan los mismos residuos, para él no tiene ningún sentido la formación de una esencia política común.

Frente a este modelo individual, abierto, de elección de los mejores, se opone el modelo de Mosca, la clase política. Aunque Mosca acepta el fenómeno de la dominación de la minoría como universal, su existencia depende del grado de institucionalización logrado; no se entiende su posterior reproducción si no es a través de las organizaciones burocráticas. Los miembros de la clase política no son los mejores en el sentido paretiano, sino que su acceso al poder depende de la educación, que es mediatizada por el origen social. El éxito de la clase política está condicionado a su capacidad para obtener una mayor integración social. Frente al individualismo de Pareto, el concepto de la clase política traduce mejor la cohesión entre los miembros de la misma y la conciencia de la propia posición del individuo en relación con el resto (Rebenstorf, 1993, p. 18 y 29).

Por otro lado, se atisban ligeras disimilitudes en la interpretación de ambos autores de la obtención y el mantenimiento del poder por parte de las élites. Mientras que Pareto no presta atención al posible papel que puedan jugar las condiciones sociales ambientales en la transformación y la "circulación" de las élites; Mosca, sin embargo, señala que el cambio del equilibrio de poderes en las sociedades democráticas puede influir notablemente en su composición (Herzog, 1982, p. 12-14).

Existe alguien que tiene el poder (poder nominal) pero existirá alguien que es quien toma las decisiones. éste es que tiene el poder real, de existir fricciones entre ambos se producirá un Golpe de Estado,  puede ser un asesor o la amante del Presidente los que tomen las decisiones pero lo que importa que de esa persona, es que depende las decisiones acertadas de la estructura política. El segundo fenómeno, es que la decisiones de la élite puede estar influenciada  por los ánimos de la masa de ahí la importancia de que exista un equilibrio o balance entre la élite y el pueblo, ya que de no existir tal equilibrio sus decisiones pueden ser erradas provocando una revuelta o una revolución.

Unidad o pluralidad de las Élites


 La dicotomía de la élite gobernante y la masa dirigida expuesta por primera vez por los autores clásicos no exterioriza la diferenciación de la sociedad en toda su dimensión. Sin embargo, estas connotaciones ideológicas que aparecen en las teorías elitistas de los clásicos, han seguido marcando también los estudios más recientes sobre las élites, aunque con distintos matices y diferenciaciones. En este sentido, ha existido toda una controversia, que data ya de varias décadas, sobre la configuración de la estructura de poder que caracteriza a las sociedades industriales modernas. El punto central de esta controversia radica en saber si nuestras sociedades occidentales están regidas por una élite dominante que controla los principales mecanismos de poder, económico, político e ideológico, o si, por el contrario, ante una pluralidad de élites, cuyo poder e influencia se ven en la práctica contrastados y compensados entre sí, alcanzando de este modo algún tipo de equilibrio. Así, mientras unos hablan de "élite del poder" y de "establishment", otros insisten en la existencia de "pluralismo político" y de "equilibrio de poderes". El primer punto de vista responde a lo que se ha venido en llamar la "teoría elitista", el segundo viene siendo conocido como la concepción "pluralista-democrática".


Análisis Posteriori.

 Entre los de la teoría "elitista", están sin duda los estudios aparecidos en los años 50 de dos sociólogos americanos: F. Hunter y C. Wright Mills. El libro de Hunter, Community Power Structure, se centra en la estructura de poder de las comunidades locales, consideradas como un laboratorio de lo que sucedería en el nivel nacional. La principal conclusión de Hunter es que en la ciudad estudiada, Atlanta concretamente, el poder estaba en manos de un reducido número de líderes que controlaban los principales resortes decisorios en la vida de la comunidad. En un trabajo posterior, Hunter concluiría diciendo que "los hombres más influyentes en la formación de la política nacional se encuentran en las grandes ciudades, manejando las grandes empresas corporativas y usando su influencia para conseguir que el gobierno se mueva de acuerdo con sus intereses" (Hunter, 1959, p. 7). El tiempo ha demostrado que es difícil extrapolar al ámbito nacional los resultados obtenidos en la esfera local, y que tampoco pueden ser comparables los estudios de las corporaciones locales encuadradas en sistemas políticos diferentes (Herzog, 1982, p. 103).

 Si los trabajos de Hunter levantaron fuertes reacciones en la comunidad académica americana, mayores fueron aún las que suscitaron con ocasión de la publicación por C. Wright Mills de su obra The Power Elite. En ella, Mills trata de demostrar que las grandes masas de la población americana están dominadas por un reducido número de gente que configuran la élite de poder en la sociedad americana: los propietarios y managers de las grandes corporaciones, los políticos, y los altos mandos militares; tres grupos que confluyen conjuntamente en las altas esferas de sus respectivas pirámides institucionales, formando una élite de poder con múltiples lazos e interconexiones entre sus miembros. Esta unidad de la élite de poder se apoya, según Mills, no sólo en las coincidencias estructurales de las posiciones de mando y de sus respectivos intereses objetivos, sino también en la acción directa que unos y otros llevan a cabo para coordinar sus actuaciones conjuntas, al igual que en toda la red de relaciones sociales que mantienen entre sí los miembros de cada uno de los sectores de la élite (idénticos orígenes sociales, relaciones familiares y personales, intercambio de individuos de las posiciones de un sector a otro, etc.) (Mills, 1956, p. 18 y 55).

Con Mills, ya no se habla de una clase de los mejores, ni tampoco de los elegidos; el elemento determinante es la estructura donde las personas se encuentran incardinadas. Es importante hacer notar que sólo las personas que ejercen el poder durante cierto tiempo forman parte de la élite; se desprecia así a aquellos que desempeñan el poder puntualmente.

 Como tesis, la élite del poder no era novedosa, pero los aportes de Mills están en caracterizar al poder como algo relacional dentro de una estructura social, a través de las altas posiciones y abandonar así la línea de las biografías como base para el estudio de las minorías.

 Frente a estos planteamientos, los teóricos "democrático-pluralistas" han pretendido siempre que la realidad del poder en las sociedades occidentales no responde a un esquema unitario de una élite de poder que parece controlarlo todo. Según ellos, el poder no está de hecho tan concentrado como la teoría "elitista" parece indicar; existe una pluralidad de grupos influyentes y de élites sociales, cada uno de los cuales ejerce su influencia en determinados sectores específicos, lo que impide que exista en realidad una única élite del poder.

 La respuesta contra esta concepción unitaria del poder se inició en los Estados Unidos con Dahl y su escuela. Su aproximación pluralista surgió como consecuencia del estudio de New Haven, ciudad norteamericana en la que analizó la composición de las élites locales. El examen histórico de los grupos dirigentes de la ciudad permitía aseverar el paso de una oligarquía patricia, que dominaba todos los recursos de forma acumulativa, al equilibrio de los diferentes grupos de líderes, cada grupo con un acceso a una combinación diferente de recursos políticos. En cualquier caso, ningún grupo tenía la capacidad de controlar totalmente la comunidad. (Dahl, 1979, p. 1-84). Es lo que estos autores han llamado el "equilibrio de poderes" característico de la sociedad democrática. Para los teóricos pluralistas, el Estado, sujeto como está a una multitud de presiones diferentes, tiene como misión precisamente la de reconciliar los distintos intereses de unos y otros, tratando de mantener una cierta neutralidad y buscando de ordinario la solución de compromiso; única manera de poder tener una política democrática, competitiva y pluralista en las modernas sociedades industriales.

 La reacción a estas teorías "pluralistas", iniciada por Hunter y Mills según hemos visto, se ha visto prolongada posteriormente por nuevos estudios como el de G.W. Domhoff en Estados Unidos y los de S. Aaronovitch y R. Miliband en Gran Bretaña, aunque desde una perspectiva un tanto diferente ahora. Lo característico de estos estudios más recientes es que tratan de ligar la élite del poder a la clase dominante, a diferencia de los anteriores en los que el concepto de "élite" tendría a reemplazar al de "clase dominante" en el sentido marxista. Domhoff, por ejemplo, considera la élite del poder como "servidora de los intereses de la alta clase social; es su brazo ejecutor", en la medida en que son los miembros de esta clase alta quienes definen la mayoría de las cuestiones políticas, forman las propuestas de política general del país y, en definitiva, influyen y dominan completamente al gobierno (Domhoff, 1968, p. 258).

En la misma linea, Aaronovitch, en su obra The ruling class, se centra fundamentalmente en ver cómo los capitalistas financieros, como clase económica, dominan políticamente. En sus propios términos, "los capitalistas de las finanzas pueden describirse verdaderamente como la clase dirigente si de hecho las decisiones políticas y económicas son tomadas por sus representantes y a favor de sus intereses". Lo que ciertamente ocurre en la sociedad inglesa, como trata de demostrar a lo largo de todo su estudio, ya que, debido al control que los capitalistas ejercen sobre el Estado, "las decisiones que afectan al bienestar y a las propias vidas de millones de gente se toman sin discusión pública o control popular efectivo" (Aaronovitch, 1961, p. 134 y 160).

 A idénticas conclusiones llega Miliband en The State in Capitalist Society, cuyo argumento central, apoyado en toda una serie de consideraciones teóricas y constataciones empíricas, es que en los regímenes de las democracias occidentales una clase económicamente dominante gobierna a través de instituciones democráticas. En este sentido, nos encontramos, pues, ante una clase dominante que, por su control sobre la vida económica de la sociedad, consigue también influenciar las decisiones políticas en defensa de sus intereses específicos de clase.

 La importancia de estudios como el de Miliband, a pesar de ciertas ambigüedades y puntos discutibles en su argumentación, estriba fundamentalmente en que nos hacen ver la debilidad teórica del concepto de "élites" para explicar el funcionamiento de nuestras sociedades capitalistas actuales, apuntando consiguientemente a la necesidad de acudir para ello al análisis de las clases y de sus relaciones sociales.

Como ya apunto Mills y, posteriormente otros autores, en los últimos años los estudios sobre las élites han ido centrándose en el análisis de las formas de las redes de relaciones existentes entre las posiciones sociales ocupadas por los miembros de la élite, más que en el de las características individuales de los ocupantes. Por tanto, desde las estructuras se puede averiguar cómo se cumplen las distintas funciones de la dominación, la integración y la representación de los intereses sociales (Highley y Moore, 1981, p. 585). En definitiva, a las élites les distingue su localización estratégica en las organizaciones o en la sociedad para la toma de decisiones. Los grupos dirigentes no ejercen el poder ni en el vacio ni desde la nada, se amparan en las organizaciones mediante las que el Estado y la Sociedad se articulan. Estos estudios conectan el concepto de élite al de estructura. Las élites serán denominadas normalmente aquéllas personas, cuyo poder está institucionalizado, esto es, como expresión de una estructura de poder con una mayor o menor duración determinada (Hoffman-Lange, 1992, p. 19).

Ello significa, como han apuntado diversos autores con posterioridad, que en la consideración de la sociedad y sus fenómenos claves debe producirse un desplazamiento del interés en las personas físicas como sujetos de las relaciones sociales. En efecto, las personas son contingentes y por tanto cambian y se renuevan. Por el contrario la reiteración de relaciones a partir de las aptitudes diferenciales y los entrecruzamientos e interconexiones de estas relaciones, dan lugar a una serie de espacios abstractos a los que conviene la denominación de posición en sociedad (Pizarro, 1990, p. 37 y Baena, 1992, p. 20).

En consecuencia, desde esta perspectiva, no existe la posición aislada sino una serie de posiciones que constituyen conjuntos correspondientes a la intersección de relaciones. Ahora bien, las relaciones no se dán sólo en el interior de los conjuntos posicionales, sino también entre las posiciones de cada conjunto y de los demás, de ahí que exista a su vez una red de complejidad aún mayor entre los conjuntos posicionales u orígenes sobrenaturales o por lo menos diferentes y superiores a aquellos de las clases gobernadas.

Tales  pretensiones  se  explican  como  un  hecho  social  muy  importante,  es  decir,  que  toda  clase gobernante  tiende  a  justificar  su  poder  de  hecho  apoyándolo  en  un  principio  moral  de  orden general.  Recientemente  la  misma  clase  de  pretensión  se  ha  presentado  con  el  apoyo  de  un investimento científico.  Algunos escritores, desarrollando y amplificando la teoría de Darwin, creen  que las clases superiores  representan un grado más elevado, la evolución  social  y que esas clases son por constitución orgánica mejor que las inferiores; Gumplowicz, ya citado, va más allá y sostiene netamente  el  concepto  de  las  divisiones  de  los  pueblos  en  clases  profesionales,  fundado  en  los países de moderna civilización sobre una heterogeneidad.

Es muy notorio en la historia, cómo las cualidades, lo mismo que los defectos especiales, unos y los otros muy acentuados, han mostrado que las aristocracias han permanecido perfectamente cerradas y normalmente han  tenido, por  tanto, un espíritu muy exclusivo. El antiguo patriarcado romano  y las modernas noblezas inglesa y alemana, dan una pronta idea del tipo a que nos referimos. Pero al tratar este hecho, con las teorías que tienden a exagerar su significado, siempre se puede obtener la misma  objeción:  que  los  individuos  que  pertenecen  a  estas  aristocracias  deben  sus  cualidades especiales no tanto a la sangre que fluye en sus venas, cuanto por la muy particular educación que han recibido y que ha desarrollado en ellos ciertas tendencias intelectuales y morales, a preferencia de otras.

es.wikipedia.org/wiki/Gaetano_Mosca. "Gaetano Mosca".
http://en.wikipedia.org/wiki/Gaetano_Mosca. "Gaetano Mosca".
http://www.mcnbiografias.com/app-bio/do/show?key=mosca-gaetano. "Mosca, Gaetano (1858-1941)".



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