miércoles, 29 de octubre de 2014

29/10/2014. Servicio de Noticias de Avanzada Venezolana (AV). Por Kelder Toti. La Teorías de las Élites. Por Kelder Toti.

29/10/2014. Servicio de Noticias de Avanzada Venezolana (AV). Por Kelder Toti.
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Las Columnas de Opinión:


La Teoría de las Élites.


                                                      Por Kelder Toti.



En toda sociedad hay dos tendencias políticas: una aristocrática y una democrática. La primera tiende a convertir el poder en hereditario y en el segundo trata de implantar la renovación mediante la democracia parlamentaria. Estas dos tendencias desarrollan a su vez sobredos principios: el autocrático, según el cual se trasmite la autoridad de arriba a abajo; y el liberal, para el que la autoridad es una delegación de las clases no dirigentes de la sociedad. Esta percepción se puede visualizar durante el gomecismo (1899-1945), en su forma más autocrática;  el perezjimenismo (1952-1958) en su forma menos autocrática y el régimen social liberal (1960-1979) en su forma democrática y el bonapartismo chavista (1994-2014).

Todas las sociedades hasta las más primitivas se rigen de hecho, si no en la teoría, por una minoría numérica, que se puede llamar élite o clase política. La élite es una clase social políticamente organizada, que la hace destacar de las masas, y las dirige. La clase política monopoliza el poder político, y controla el acceso a la élite de manera burocrática.  Aunque cambie el sistema político, la élite dominante sigue existiendo, ya sea monarquía, aristocracia, democracia o tiranía. El concepto de "clase política", se complementa con los conceptos de "lucha por la preeminencia" y de "fórmula política", que es el sistema de creencia que tiene la élite para gobernar a la sociedad tanto en el régimen autocrático como el democrático.

La toma de decisiones es aristocrático, por naturaleza, durante el período democrático libera se coexistió con "el cogollo", que era un grupo de la dirigencia del Partido que tomaba las decisiones sin consultar con las bases del Partido (AD o Copei).  La democracia es útil como método de selección de élites, ya que la lucha política por el poder las formas tanto políticamente como intelectualmente, de ahí la anécdota cruel que los cuadros del chavismo fueron formados con carburo: en síntesis la lucha política electoral es un mal menor, comparado con otros sistemas como la tiranía (autocracia) o la aristocracia en sus distintas formas; de ahí la necesidad de convivencia de varias formas en el sistema político.

Las élites modernas se visualizan en términos de su capacidad de organización superior. Estas habilidades de organización son especialmente útiles en la obtención de poder político en la moderna burocracia societal como es la venezolana donde en la pirámide burocrática se destaca las Fuerzas Armadas. Las élites venezolanas no son hereditarias en su naturaleza; y los pueblos de todas las clases sociales de la sociedad pueden llegar a ser teóricamente "elite". También es factible el concepto de la circulación de las élites, que es una teoría dialéctica de la constante competencia entre las élites (los gomeros desplazaron a los castristas en un Golpe de Estado en 1908, los adecos desplazaron a los gomecistas moderados, en una revuelta militar en 1945, los perezjimenjistas desplazaron a los adecos en un Golpe de Estado 1948; los adecos tomaron la revancha con los comunistas y desplazaron del poder a los perezjimenistas en un Golpe de Estado en 1958; y los comunistas desplazaron gradualmente a los adecos, y posteriormente intentaron consolidarse en el poder en el 2003. La lucha que actualmente se libra, es la circulación de la élite chavista por la que la sucederá, (eso es todo), una élite que es sustituida por otra repetidamente en el tiempo, que refleja el caso venezolano en los cambios de la "dictadura" a la democracia, no existiendo en esencia diferencias entre ellas.

Élite, -como todas las palabras- se ha transformado a través de la historia, adquiriendo diferentes acepciones. "El término francés élite es el sustantivo correspondiente al verbo elire (escoger) y hasta el siglo XVI, fue tan solo choix (elección, acción de escoger)" (Ferrando, 1976, p. 7). En el siglo siguiente adquirió más que todo un sentido comercial, para designar a los bienes de calidad especial, y fue en el siglo XVIII, cuando se empezó a determinar mediante esta palabra a algunos grupos sociales y, con tal sentido pasó al inglés. Élite empezó a constituirse en el significado que hoy es usual durante la Belle Epoque, y se difundió extraordinariamente al socaire de la boga de los autores "Maquiavelistas" en el primer tercio del siglo XX.

En el amplio sentido sociológico, se indica con esta palabra a quienes tienen las más altas aptitudes frente al promedio general y, en un sentido más restringido, se refiere al grupo que Gaetano Mosca denominó "clase política". Más tarde Vilfredo Pareto, hace una distinción entre "Elite no gobernante" y "Elite gobernante", que ejerce el control efectivo del poder. En este sentido se suele asimilar élite a la "clase dominante" o de oligarquías, como lo hizo Robert Michels.

La visión maquiavélica lleva implícita la transposición de la conducta de un Príncipe a las acciones de las élites políticas decisorias.  Estos autores son los que al principio del presente siglo, de manera secuencial por la misma época y respondiendo a situaciones concretas de las realidades por ellas vividas, cuestionaron el Estado democrático (y aún el socialista) como garantizador de las igualdades; en el cual siempre se observa que una minoría tiene la facultad o el poder de imponer sus decisiones minoritarias sobre la mayoría.

Sin embargo, la verdadera importancia del elitismo clásico estriba, a nuestro entender, en el empeño que pusieron sus principales representantes en sentar las bases de una nueva forma de entender las ciencias sociales en general y, muy en concreto, las ciencias políticas. Una nueva disciplina en la cual el concepto de élite política o de clase política (según el autor considerado variará la denominación), va a convertirse en el eje central de todo el razonamiento.

La teoría de las élites tiene su punto de arranque en la constatación, fácilmente observable, de que en toda sociedad hay unos que mandan, gobiernan y dirigen (la minoría) y otros (los más) que obedecen y son gobernados a través de la burocracia. El fundamento de la teoría está, pues, en la oposición entre quienes detentan el poder, las élites, y los que no tienen poder (las masas), que son dirigidos por aquéllos. Y la lucha subterránea de los que quieren o pueden formar parte de la élite.

Pareto ha sido quien ha dado al término y a la noción de élite carta de ciudadanía en Sociología. En opinión de este autor, la élite está compuesta por todos aquellos que manifiestan unas cualidades excepcionales o dan pruebas de aptitudes eminentes en su dominio propio o en una actividad cualquiera. Como se habrá advertido, Pareto define la élite en términos muy parecidos a como la entiende el sentido corriente: le atribuye un valor cualitativo. La élite, a su juicio, esta integrada por miembros "superiores" de una sociedad, por aquellos a quienes sus cualidades eminentes deparan poder o prestigio.

Por lo demás, a la luz de esta noción de élite es preciso comprender la teoría de la "circulación de las élites" de Pareto. De acuerdo con esta teoría, la pertenencia a la élite no es necesariamente hereditaria: no todos los hijos tienen las cualidades eminentes de sus padres. Se produce pues una incesante sustitución de las élites antiguas por otras nuevas, salidas de las capas inferiores de la sociedad. Cuando tiene lugar ésta constante circulación de las élites, se mantiene más firmemente el equilibrio del sistema social, que es el fin del venezolanismo, en la medida en que esa circulación asegura la movilidad ascendente de los mejores espíritus. La circulación de las élites concurre al mismo tiempo que el cambio social, porque trae consigo a su vez la circulación de las ideas.

Mosca cree que la élite está compuesta por la minoría de personas que detentan el poder en una sociedad. Esta minoría es asimilable a una auténtica clase social, la clase dirigente o dominante, porque aquello que constituye su fuerza y le permite mantenerse en el poder es precisamente su organización, su estructuración. Existen, en efecto, diversos vínculos que unen entre sí a los miembros de una élite dominante, etc. Estos lazos o vínculos aseguran a la élite una unidad suficiente de pensamiento y la cohesión propia de grupos característicos de una clase. Dotada ya de poderosos medios económicos, la élite se asegura, además, por su unidad, el poder político y la influencia cultural sobre la mayoría mal organizada. Esto explica el papel histórico de la élite.

Pero la élite no es totalmente homogénea. En realidad, está estratificada. Casi siempre cabe observar en ella un núcleo dirigente, integrado por un número reducido de personas o de familias que gozan de un poder muy superior al de los demás. Este núcleo rector desempeña las funciones de liderazgo en el seno de la élite: constituye una especie de superélite dentro de la élite, que son los asesores, que en la realidad son los que tienen el poder. El liderazgo carismático presta a la élite una fuerza y eficacia mayores aún.

Mosca concluye finalmente en la posibilidad de elaborar una explicación completa de la historia a partir de un análisis de las élites rectoras. La historia se le antoja como animada por los intereses y las ideas de una élite establecida en el poder. Por tanto, el hecho innovador de Mosca y Pareto fue incidir en que un grupo minoritario del sistema social se encargará de dirigirlo y que esta minoría se distanciará y escapará del control de la mayoría, que fue el caso del lopecismo, de los nuevos adecos y de los chavistas (Parry, 1980, p. 31). Por lo tanto, un primer y único acotamiento que introdujeron los clásicos fue el de contraponer la élite a la parte de la población excluida de la misma, la no-élite (élite vs masa).

Ambos autores identifican un grupo dirigente frente a otro que es dirigido, a un conjunto de personas que monopolizan el poder político frente al resto que se ve desposeído de él. A los clásicos sólo les interesa aquellas personas que dominan los accesos generales de las fuentes de poder; no contemplan la posibilidad de que este grupo, grande o pequeño, se encuentre subdividido en unidades más pequeñas que se correspondan con las divisiones del tejido social. No se puede hablar de varias élites sino de una única élite, la élite política. En el campo militar, en el religioso, en el económico se hallan personas con las categorías "residuales" superiores -según la terminología paretiana-; sin embargo, constituyen el centro de atención de aquellas personas cuyas categorías "residuales" superiores les confieren las claves de acceso al poder.

Entre las tendencias y hechos constantes que se encuentran en todos los organismos políticos,  es tan obvio, que pasa desapercibido a toda manifestación intelectual: en todas las sociedades, comenzando desde aquellas  mediocremente  desarrolladas  y  que  apenas  han  arribado  a  lo  primordial  de  la  civilización, terminando  por  las  más  numerosas  y  más  cultas,  existen  dos  clases  de  personas,  una  que es la gobernante  y la  otra  la de los  gobernados.  La  primera,  que  es  siempre la menos  numerosa,  realiza todas  las  funciones  políticas,  monopoliza  el  poder  y  goza  de  las  ventajas  que  ello  trae, y la otra se deja gobernar hasta que su existencia no sea destruida o aniquilada por los errores de la élite. La teoría es en parte debido a los hábitos arraigados en nuestro pensamientos, que se reflejan en la ideología, y en parte a la exagerada  importancia  que  damos  a  dos  fenómenos  sociales, sin importancia,  cuya  apariencia  es  superior  a  la realidad, que es la sumisión de la persona y el culto a lo establecido.

Mientras que la segunda, más numerosa, es dirigida y regulada por la primera, de un modo más o  menos legal, ya más o menos arbitrario y violento, y ella la provee, al menos aparentemente, de los medios  materiales  de  subsistencia  y  de  aquellos  que  para  la  vitalidad  del  organismo  político  son necesarios, éste contrato se rompe en la crisis cíclicas de la caída de los precios del petróleo, al no poder  mantener la estabilidad del sistema clientelar.

En la vida práctica todos reconocemos la existencia de esta clase dirigente o clase política como en otra parte decidimos definir. Sabemos que en nuestro país la dirección de la cosa pública está en manos  de  una  minoría  de  personas  influyentes, poco ilustrada, a  la  cual  la  mayoría  concede,  voluntaria  o involuntariamente la dirección,  y que los mismos  sucede en los países  vecinos;  y no sabemos de un mundo  organizado  en  forma  diferente,  en  el  cual  todos,  igualmente  y  sin  alguna  jerarquía,  estén sujetos  a  uno  solo  o a todos  en  igualdad  dirigiendo  la  cosa  política.

En cada organismo político siempre lo dirige alguien, no necesariamente es el que tiene el poder formal, sino es aquel que toma las decisiones a largo plazo,  una persona puede ser más influyente que el presidente o el rey como es el caso de Cilia Flores y Nicolás Ernesto Maduro. En tiempo de crisis la élite decisoria toma decisiones en base a la agitación existente, que dependiendo de su capacidad de percibir la realidad pueden o no pueden ser acertadas, de errar el cálculo es derrocada y perseguida.

En líneas generales, subyacen dos grandes diferencias entre los dos representantes de la "Escuela italiana de los elitistas". Por un lado, el concepto utilizado por ambos -dirigentes, élite (Vilfredo Pareto), clase política (Gaetano Mosca)- varía. Según Rebenstorf, Pareto ve en el grupo dirigente, personas individual que llegan a la cumbre por ser los mejores, que no es el caso venezolano. Según él, aquéllos que tengan los residuos apropiados, serán capaces de ascender. No obstante, no presupone ninguna cohesión entre aquéllos miembros de la élite que tengan los mismos residuos, para él no tiene ningún sentido la formación de una esencia política común.

En caso de la circulación de élites venezolanas, las crisis depresiva provocada por el petróleo, por la caída vertiginosa de la renta petrolera,  le resta el apoyo de la burocracia militar (oficialidad media) al régimen imperante pero realidad militar y corporativa indica, que al ser un régimen de concripción forzoso y voluntario (los concriptos), se colocan al lado de la visión de la masa, arrastrando a la oficialidad media que está en contacto con ellos, y que teme un motín, colocándose al lado de los que acepten los soldados, que son la mayoría de los efectivos de las Fuerzas Armadas, eligiendo a la nueva élite gobernante.

Frente a este modelo individual, abierto, de elección de los mejores, se opone el modelo de Mosca, la clase política busca sólo la sobrevivencia política. Aunque Mosca acepta el fenómeno de la dominación de la minoría como universal, su existencia depende del grado de institucionalización logrado, que debe permitir la participación de todos los sectores de la sociedad, y seleccionar y formar a la élite sucesora, que es la debilidad sociológica de la toma de decisiones en Miraflores; no se entiende su posterior reproducción si no es a través de las organizaciones burocráticas, que se aplicará en un modelo meritocrático.

Los miembros de la clase política no son los mejores en el sentido paretiano, sino que su acceso al poder depende de la educación, que es mediatizada por el origen social, la base del sistema social radica en seleccionar y desechar aquellos elementos que provengan de los estratos bajos, que no tengan la levadura necesaria para poner a funcionar el andamiaje burocrático.

El éxito de la clase política está condicionado a su capacidad para obtener una mayor integración social, y resolver el problema apremiante de la crisis cíclica del petróleo de forma pragmática. Frente al individualismo, el concepto de la clase política se traduce mejor en la cohesión entre los miembros de la misma y la conciencia de la propia posición del individuo en relación con el resto, a través de régimen partidista de tipo militar y religioso, que sea el cemento social (Rebenstorf, 1993, p. 18 y 29).

Por otro lado, se atisban ligeras disimilitudes en la interpretación de ambos autores en la obtención y el mantenimiento del poder por parte de las élites. Mientras que Pareto no presta atención al posible papel que puedan jugar las condiciones sociales ambientales en la transformación y la "circulación" de las élites, que en el caso venezolano son decisivas por el resentimiento de las capas bajas; Mosca, sin embargo, señala que el cambio del equilibrio de poderes en las sociedades democráticas puede influir notablemente en su composición (Herzog, 1982, p. 12-14).

Existe alguien que tiene el poder (poder nominal) pero existirá alguien que es quien toma las decisiones. éste es el que tiene el poder real, de existir fricciones entre ambos se producirá un Golpe de Estado como sucedió en 1908,  puede ser un asesor o la amante del Presidente los que tomen las decisiones, pero lo que importa que de esa persona, es que depende las decisiones acertadas de la estructura política. El segundo fenómeno, es que las decisiones de la élite puede estar influenciada  por los ánimos de la masa, de ahí la importancia de que exista un equilibrio o balance entre la élite y el pueblo, ya que de no existir tal equilibrio sus decisiones pueden ser erradas provocando una Revuelta Militar, Golpe de Estado o una Revolución.

El carácter represivo de un régimen no evita la circulación de la élites como fue el caso del gomecismo, perezjimenismo o de los adecos; en todo caso lo retarda, y justifica la persecución y ajustes de cuentas de la nueva élite con la anterior, lo que decide la toma del poder de la nueva élite es el apoyo de la muchedumbre, que siempre apoyará aquel que crea que su situación puede mejorar para caer en su tiranía e intereses particulares, repitiéndose el ciclo.

La dicotomía de la élite gobernante y la masa dirigida expuesta por primera vez por los autores clásicos no exterioriza la diferenciación de la sociedad en toda su dimensión. Sin embargo, estas connotaciones ideológicas que aparecen en las teorías elitistas de los clásicos, han seguido marcando también los estudios más recientes sobre las élites, aunque con distintos matices y diferenciaciones.

En este sentido, ha existido toda una controversia, que data ya de varias décadas, sobre la configuración de la estructura de poder que caracteriza a las sociedades industriales modernas, que no se aplica al caso venezolano que es minero. El punto central de esta controversia radica en saber si nuestras sociedades occidentales están regidas por una élite dominante que controla los principales mecanismos de poder, económico, político e ideológico, o si, por el contrario, ante una pluralidad de élites, cuyo poder e influencia se ven en la práctica contrastados y compensados entre sí, alcanzando de este modo algún tipo de equilibrio. Así, mientras unos hablan de "élite del poder" y de "establishment", otros insisten en la existencia de "pluralismo político" y de "equilibrio de poderes", que no es el caso venezolano porque el que controla la renta petrolera controla el poder, hace caída y mesa limpia.

El primer punto de vista responde a lo que se ha venido en llamar la "teoría elitista", el segundo viene siendo conocido como la concepción "pluralista-democrática", que no es aplicable en Venezuela por el carácter retrógrado de las élites, que su fin primordial, es su beneficio personal, bajo el amparo de los ideales democráticos que le sirven de mascarón de poa.

Entre los de la teoría "elitista", están sin duda los estudios aparecidos en los años 50 de dos sociólogos americanos: F. Hunter y C. Wright Mills. El libro de Hunter, Community Power Structure, se centra en la estructura de poder de las comunidades locales, consideradas como un laboratorio de lo que sucedería en el nivel nacional, que se puede aplicar en las provincias del país con “las fuerzas vivas”.

La principal conclusión de Hunter es que en la ciudad estudiada, Atlanta concretamente, el poder estaba en manos de un reducido número de líderes que controlaban los principales resortes decisorios en la vida de la comunidad. En un trabajo posterior, Hunter concluiría diciendo que "los hombres más influyentes en la formación de la política nacional se encuentran en las grandes ciudades, manejando las grandes empresas corporativas y usando su influencia para conseguir que el gobierno se mueva de acuerdo con sus intereses" (Hunter, 1959, p. 7), en el caso venezolano es al revés es el grupo político que mueve a las empresas a sus intereses personales, sin importarle el perjuicio o consecuencia que produzca.

El tiempo ha demostrado que es difícil extrapolar al ámbito nacional los resultados obtenidos en la esfera local, y que tampoco pueden ser comparables los estudios de las corporaciones locales encuadradas en sistemas políticos diferentes (Herzog, 1982, p. 103). Pero en el caso venezolano existe la extrapolación que las élites de las pequeñas ciudades es un calco de las grande porque la dirección partidista es del tipo leninista, ya sea en los partidos liberales o marxistas.

Si los trabajos de Hunter levantaron fuertes reacciones en la comunidad académica americana, mayores fueron aún las que suscitaron con ocasión de la publicación por C. Wright Mills de su obra The Power Elite. En ella, Mills trata de demostrar que las grandes masas de la población americana están dominadas por un reducido número de gente que configuran “la élite de poder” en la sociedad americana: los propietarios y los managers de las grandes corporaciones, los políticos, y los altos mandos militares; tres grupos que confluyen conjuntamente en las altas esferas de sus respectivas pirámides institucionales, formando una élite de poder con múltiples lazos e interconexiones entre sus miembros.

Esta unidad de la élite de poder se apoya, según Mills, no sólo en las coincidencias estructurales de las posiciones de mando y de sus respectivos intereses objetivos, sino también en la acción directa que unos y otros llevan a cabo para coordinar sus actuaciones conjuntas, al igual que en toda la red de relaciones sociales que mantienen entre sí los miembros de cada uno de los sectores de la élite (idénticos orígenes sociales, relaciones familiares y personales, intercambio de individuos de las posiciones de un sector a otro, etc.) (Mills, 1956, p. 18 y 55).

Con Mills, ya no se habla de una clase de los mejores, ni tampoco de los elegidos; el elemento determinante es la estructura donde las personas se encuentran incardinadas. Es importante hacer notar que sólo las personas que ejercen el poder durante cierto tiempo forman parte de la élite; se desprecia así a aquellos que desempeñan el poder puntualmente como puede ser una amante o asesor.

El caso venezolano se tendría que construir la estructura organizacional, que permita seleccionar a los mejores en función de su capacidad de la toma de decisiones, y no en función de relaciones parentelas, familiares, económicas, sexuales o políticas, creando un sistema de evaluación que permita desechar a los elementos indeseables, al carecer de la capacidad de resolución de los conflictos puntuales que podrían ser de lo local a lo regional y nacional.

Como tesis, la élite del poder no era novedosa, pero los aportes de Mills están en caracterizar al poder como algo relacional dentro de una estructura social, a través de las altas posiciones y abandonar así la línea de las biografías como base para el estudio de las minorías, que al tomarse en el caso venezolano: son un conjunto de perdedores, que se asocian no por un fin sino por los medios que tienen a su alcance, que no es otro que enriquecerse a costa del Estado y de los particulares.

Frente a estos planteamientos, los teóricos "democrático-pluralistas" han pretendido siempre que la realidad del poder en las sociedades occidentales no responde a un esquema unitario de una élite de poder que parece controlarlo todo. Según ellos, el poder no está de hecho tan concentrado como la teoría "elitista" parece indicar; existe una pluralidad de grupos influyentes y de élites sociales, cada uno de los cuales ejerce su influencia en determinados sectores específicos, lo que impide que exista en realidad una única élite del poder, que se puede  palpar en el país, de ahí la importancia de los enfrentamientos locales, que son el preludio de un Levantamiento masivo.

La respuesta contra esta concepción unitaria del poder se inició en los Estados Unidos con Dahl y su escuela elitista. Su aproximación pluralista surgió como consecuencia del estudio de New Haven, ciudad norteamericana en la que analizó la composición de las élites locales. El examen histórico de los grupos dirigentes de la ciudad permitía aseverar el paso de una oligarquía patricia, que dominaba todos los recursos de forma acumulativa, al equilibrio de los diferentes grupos de líderes, cada grupo con un acceso a una combinación diferente de recursos políticos. En cualquier caso, ningún grupo tenía la capacidad de controlar totalmente la comunidad. (Dahl, 1979, p. 1-84). 

Es lo que estos autores han llamado el "equilibrio de poderes" característico de la sociedad democrática que debe ser imitado en la sociedad corporativa. Para los teóricos pluralistas, el Estado, sujeto como está a una multitud de presiones diferentes, tiene como misión precisamente la de reconciliar los distintos intereses de unos y otros, tratando de mantener una cierta neutralidad y buscando de ordinario la solución de compromiso; única manera de poder tener una política democrática, competitiva y pluralista en las modernas sociedades industriales, el caso de la sociedad corporativa es la participación de todos los grupos económicos, profesionales, sindicales y políticos.

La reacción a estas teorías "pluralistas", iniciada por Hunter y Mills según hemos visto, se ha visto prolongada posteriormente por nuevos estudios como el de G.W. Domhoff en Estados Unidos y los de S. Aaronovitch y R. Miliband en Gran Bretaña, aunque desde una perspectiva un tanto diferente ahora. Lo característico de estos estudios más recientes es que tratan de ligar la élite del poder a la clase dominante, a diferencia de los anteriores en los que el concepto de "élite" tendría a reemplazar al de "clase dominante" en el sentido marxista. Domhoff, por ejemplo, considera la élite del poder como "servidora de los intereses de la alta clase social; es su brazo ejecutor", en la medida en que son los miembros de esta clase alta quienes definen la mayoría de las cuestiones políticas, forman las propuestas de política general del país y, en definitiva, influyen y dominan completamente al gobierno, en el caso nuestro es al revés la élite busca que las clases altas los beneficie a ellos, y para ellos se vuelven a la larga en depredadores, consiguiendo la abierta hostilidad de las clases altas, al no existir contrapesos institucionales que le ponga límites a la élite del poder (Domhoff, 1968, p. 258).

En la misma linea, Aaronovitch, en su obra The ruling class, se centra fundamentalmente en ver cómo los capitalistas financieros, como clase económica, dominan políticamente. En sus propios términos, "los capitalistas de las finanzas pueden describirse verdaderamente como la clase dirigente si de hecho las decisiones políticas y económicas son tomadas por sus representantes y a favor de sus intereses". Lo que ciertamente ocurre en la sociedad inglesa, como trata de demostrar a lo largo de todo su estudio, ya que, debido al control que los capitalistas ejercen sobre el Estado, "las decisiones que afectan al bienestar y a las propias vidas de millones de gente se toman sin discusión pública o control popular efectivo" (Aaronovitch, 1961, p. 134 y 160).

A idénticas conclusiones llega Miliband en The State in Capitalist Society, cuyo argumento central, apoyado en toda una serie de consideraciones teóricas y constataciones empíricas, es que en los regímenes de las democracias occidentales una clase económicamente dominante gobierna a través de instituciones democráticas pero en contraste el que toma el control de Miraflores toma por asalto las instituciones. En este sentido, nos encontramos, pues, ante una clase dominante que, por su control sobre la vida económica de la sociedad, consigue también influenciar las decisiones políticas en defensa de sus intereses específicos de clase y de élite en contra de la colectividad.

La importancia de estudios como el de Miliband, a pesar de ciertas ambigüedades y puntos discutibles en su argumentación, estriba fundamentalmente en que nos hacen ver la debilidad teórica del concepto de "élites" para explicar el funcionamiento de nuestras sociedades capitalistas actuales o corporativas, apuntando consiguientemente a la necesidad de acudir para ello al análisis de las clases y de sus relaciones sociales.

Como ya apunto Mills y, posteriormente otros autores, en los últimos años los estudios sobre las élites han ido centrándose en el análisis de las formas de las redes de relaciones existentes entre las posiciones sociales ocupadas por los miembros de la élite, más que en el de las características individuales de los ocupantes, que puede ser de escasa levadura, esto se soluciona con asesores pero qué pasa cuándo no es capaz de seleccionar adecuadamente sus asesores, se sucede la debacle. Por tanto, desde las estructuras se puede averiguar cómo se cumplen las distintas funciones de la dominación, la integración y la representación de los intereses sociales (Highley y Moore, 1981, p. 585).

En definitiva, a las élites les distingue su localización estratégica en las organizaciones o en la sociedad para la toma de decisiones. Los grupos dirigentes no ejercen el poder ni en el vacío ni desde la nada, se amparan en las organizaciones mediante las que el Estado y la Sociedad se articulan. Estos estudios conectan el concepto de élite al de estructura. Las élites serán denominadas normalmente aquéllas personas, cuyo poder está institucionalizado, esto es, como expresión de una estructura de poder con una mayor o menor duración determinada (Hoffman-Lange, 1992, p. 19).

Ello significa, como han apuntado diversos autores con posterioridad, que en la consideración de la sociedad y sus fenómenos claves debe producirse un desplazamiento del interés en las personas físicas como sujetos de las relaciones sociales. En efecto, las personas son contingentes y por tanto cambian y se renuevan cada vez que mueren. Por el contrario la reiteración de relaciones a partir de las aptitudes diferenciales y los entrecruzamientos e interconexiones de estas relaciones, dan lugar a una serie de espacios abstractos a los que conviene la denominación de posición en la sociedad (Pizarro, 1990, p. 37 y Baena, 1992, p. 20).

En consecuencia, desde esta perspectiva, no existe la posición aislada sino una serie de posiciones que constituyen conjuntos correspondientes a la intersección de relaciones. Ahora bien, las relaciones no se dan sólo en el interior de los conjuntos posicionales, sino también entre las posiciones de cada conjunto y de los demás, de ahí que exista a su vez una red de complejidad aún mayor entre los conjuntos posicionales u orígenes sobrenaturales o por lo menos diferentes y superiores a aquellos de las clases gobernadas, que se supera utilizando la ideología bolivariana, por la desideologización de la masa, sin percatarse que el bolivarianismo es una piel de zapa.

Tales  pretensiones  se  explican  como  un  hecho  social  muy  importante,  es  decir,  que  toda  clase gobernante  tiende  a  justificar  su  poder  de  hecho  apoyándolo  en  un  principio  moral  de un orden general, que puede ser el liberalismo, el ideal nacional, la democracia social o el socialismo del siglo XXI.  Recientemente  la  misma  clase  de  pretensión  se  ha  presentado  con  el  apoyo  de  un investimento científico.  Algunos escritores, desarrollando y amplificando la teoría de Darwin, creen  que las clases superiores  representan un grado más elevado, la evolución  social  y que esas clases son por constitución orgánica mejor que las inferiores; Gumplowicz, ya citado, va más allá y sostiene netamente  el  concepto  de  las  divisiones  de  los  pueblos  en  clases  profesionales,  fundado  en  los países de moderna civilización sobre una heterogeneidad informe, el problema de nuestro país es que los grupos intelectuales no son muy diferentes a la masa que desprecian.

Es muy notorio en la historia, cómo las cualidades, lo mismo que los defectos especiales, unos y los otros muy acentuados, han mostrado que las aristocracias han permanecido perfectamente cerradas y normalmente han  tenido, por  tanto, un espíritu muy exclusivo. El antiguo patriarcado romano  y las modernas noblezas inglesa y alemana, dan una pronta idea del tipo a que nos referimos. Pero al tratar este hecho, con las teorías que tienden a exagerar su significado, siempre se puede obtener la misma  objeción:  que  los  individuos  que  pertenecen  a  estas  aristocracias  deben  sus  cualidades especiales no tanto a la sangre que fluye en sus venas, cuanto por la muy particular educación que han recibido y que ha desarrollado en ellos ciertas tendencias intelectuales y morales, a preferencia de otras, que se logran a través de la tradición, domesticación política, educación, disciplina y trabajo.

Según Pareto el conflicto social emana de cuatro grandes causas: la teoría de la acción no lógica, la teoría del análisis del margen, la teoría de las élites y la del equilibrio social. Dentro de los cuales, resaltó el concepto de la élite, afirmando que la cúpula de un país ni se hereda ni se conoce a priori, sino que es un círculo de ilustres pensadores que por su trabajo, su capacidad de tomar decisiones, irrumpen en la sociedad siendo capaces de influir en el destino social de su país; en Venezuela elige la élite la poblada enfurecida que tiene poca capacidad para discernir la levadura de los que conformarán, debido a su escasa formación intelectual desde el punto de vista político, de ahí la necesidad apremiante de elevar la cultura política masa.

Al mismo tiempo distinguió entre la elite política y la funcional, siendo estos últimos los más meritorios, puesto que llegan a la propia elite por sus méritos y por razones objetivas. Afirmando que un país llegará al ‘colapso’ cuando en el poder político de la elite puramente política supera en número a la funcional, que es el caso venezolano en situaciones de crisis.  Cuando este colapso tiene lugar, se produce una revolución de carácter cíclico, provocada por la caída de los precios del petróleo; en el que los leones (hombres luchadores, conservadores e idealistas) se imponen a los zorros (hombres calculadores, pensadores y materialistas), imponiendo la objetividad y el mérito.  Junto a economistas como Johann Heinrich von Thünen, Hermann Heinrich Gossen, Carl Menger, William Jevons y Leon Walras, fundó la corriente de pensamiento económico de los economistas marginalistas, en contraposición a los economistas clásicos como Adam Smith o David Ricardo.

Pareto partiendo de un análisis psicologista de los motivos de la conducta humana (entre los cuales incluyó ampliamente móviles irracionales que no había tenido en cuenta en su pensamiento económico), desarrolló la teoría de las elites que planteaba el carácter inevitable de la desigualdad social y de la dominación de las masas por una minoría selecta, que se aplica tanto en los regímenes democráticos como los regímenes autocráticos.

El esfuerzo de Pareto por analizar la vida política prescindiendo de las apariencias ideológicas, para profundizar en la realidad descarnada de la lucha por el poder hacen que se le considere, junto con Mosca, uno de los iniciadores de la «ciencias políticas»; en todo caso, su análisis refleja una nostalgia por el mundo liberal europeo en crisis frente a los avances de la política de masas del marxismo y del fascismo. En sus escritos criticó y ridiculizó las ideas de progreso, democracia, igualdad y socialismo, poniendo en primer plano el componente de fuerza y de engaño que existe en la historia de la humanidad.

La sociología política de Pareto sostiene que mucho de la acción social es ilógica y que mucho de la acción personal está diseñada para dar las acciones no racionales una espuria logicidad que se puede observar en la ideología pero ésta no es decisiva, ya que el venezolano está desideologizado por su falta de estudio y formación. Somos conducidos, enseñó Pareto, por ciertos "residuos" (de instintos) y "derivaciones" de estos residuos (retórica). Los más importante de estos tienen que ver con el conservadurismo y la toma de riesgos, y la historia humana es la historia de la dominación alternativa de estos sentimientos en la élite gobernante, que llega al poder con la fuerte tendencia al conservadurismo de los “leones”, pero poco a poco cambia a la filosofía de los "zorros" o especuladores. Esto produce una catástrofe, con un subsecuente retorno al conservadurismo. Este ciclo puede ser interrumpido por el uso de la fuerza, pero la élite se vuelve débil y humanitaria y se rehúsa a usar la fuerza, y lo hace de manera solapada, lo que logra es que aumente el resentimiento de la masa.

Así pues, para Pareto hay dos tipos de clases gobernantes (la élite constituida por los mejores elementos de la sociedad): los "zorros" y los "leones". Los "zorros" son calculadores, pensadores y materialistas, mientras que los "leones" son conservadores, idealistas y burocráticos, en el caso del régimen chavista los zorros son los adecos y copeyanos disfrazados de chavistas, y los leones son los marxistas-castristas. Esa élite no es hereditaria y, por  tanto, habrá una circulación de élites, ya que su capacidad de selección está dada por los medios que emplean (estos medios son: la corrupción como forma de enriquecimiento, la adulación, el sometimiento a la dirección de la presidencia y del partido, la apropiación de los bienes particulares, el uso de la violencia para obtener sus fines, la retórica para esconder sus medios, pactar con grupos extranjeros para obtener un beneficio personal. la sobrevivencia política a cualquier precio, etc), y no por el fin que deberían buscar. Esa es la razón de la sustitución de las élites cada treinta a cuarenta años (tiranía liberal gomecista y régimen liberal democrático), que en el caso del bonapartismo chavista será más corto el tiempo de circulación.

Cuánto duró el gomecismo, cuánto duró el “régimen democrático” constituido. Estos duraron tanto como lo que vivió las generaciones que tomaron las decisiones correctas, en el momento en que no fueron capaces de enfrentar la coyuntura económica, sobrevino una revuelta o un Golpe de Estado, independientemente de lo legal o legítimo que éste sea, por eso la formación y selección de la élite permite la ejecución de la planificación (económica, social y militar) a corto y mediano plazo, volviendo al régimen político viable, y legitima a la élite del poder.

Lo ideal, de acuerdo a Pareto, sería que la élite funcional (los mejores) y la élite del poder coincidieran pero ese no es caso venezolano; porque las crisis depresivas del petróleo impiden formar una élite funcional de capacidad. Pero esto no tiene que ser necesariamente así, pues hay quien gobierna sin ser élite (por influencias, familias, etc.). Si esto se generaliza, la élite en el poder se cierra frente a la nueva élite que surge de la masa, transformándose en una aristocracia, de ahí la importancia de la selección constante. Esto lleva a la decadencia y al colapso de la élite, que necesitan y conducen a su sustitución, puede suceder gradualmente o a través de una revuelta: "La historia es un cementerio de aristocracias". En la cual los mediocres son sustituidos por unos más mediocres, porque solo los perdedores se dedican a la política.

Una élite funcional, o buena, es aquella donde hay un buen equilibrio entre los zorros y leones o sea; personas con capacidad para negociar y actuar con contundencia. Cuando hay muchos zorros en la élite, los leones se rebelan, y viceversa. La élite debe ser de calidad y circulante, lo que permitirá que sobreviva, y esto se puede lograr solo con educación de calidad, formación ideológica y una evaluación constantes de los individuos que la forman.

Obras

Tratado de sociología general (1916).
Artículo "Considerazioni sui principi fondamentali dell'economía politica pura" (1893) en la revista Giornale degli Economisti.
Introducción a los Extracts from Karl Marx's Capital (Extractos de El Capital de Karl Marx) (1893)
Leçon d'économie pure à l'Université de Lausanne (1893(?))
Cours d'Economie Politique, 2 volúmenes, (1896-1897)
New Theories of Economics (1897), JPE.
Les Systèmes Socialistes (1901)
Review of Aupetit (1902), Revue d'Economie Politique Manual of Political Economy (1906).
"L'economie et la sociologie au point de vue scientifique" (1907), Rivista di Scienza.

http://www.buscabiografias.com/bios/biografia/verDetalle/3805/Vilfredo%20Pareto. "Vilfredo Pareto".

http://www.elblogsalmon.com/economistas-notables/economistas-notables-vilfredo-pareto. "Vilfredo Pareto".

es.wikipedia.org/wiki/Gaetano_Mosca. "Gaetano Mosca".
http://en.wikipedia.org/wiki/Gaetano_Mosca. "Gaetano Mosca".

http://www.mcnbiografias.com/app-bio/do/show?key=mosca-gaetano. "Mosca, Gaetano (1858-1941)".


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