viernes, 6 de febrero de 2015

06/03/2015. Servicio de Noticias de Avanzada Venezolana (AV). Por Kelder Toti. Las Raíces del Mal. Por Kelder Toti.

06/02/2015. Servicio de Noticias de Avanzda Venezolana (AV).
Por Kelder Toti.
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Las Columnas de Opinión:



Las  Raíces del Mal.


                                   por Kelder Tot.


El venezolano es malo, y voy a citar ejemplos de su maldad,  de la maldad del país, quizás haya personas que no piensen como yo, solo les bastará ver a su alrededor para comprobar la realidad.
Si hay un negocio entre un colombiano, portugués, español, y venezolano, a quien le dan el contrato.
Si hay que contratar a un haitiano o a un venezolano para que venda helados en un carrito de helados Tío Rico, a quien le dan el carrito.
El Estado prefiere que sus profesionales emigren antes que pagarles adecuadamente o contratar extranjeros  (cubanos, argentinos, chilenos o brasileños), antes que pagarle correctamente al venezolano.
Nuestra manera de arreglar nuestros asuntos o problemas con otras personas, es a tiros, de ahí las 80 muertas semanales sólo en Caracas.
Aceptamos la matraca, el soborno, la corrupción y la adulación como forma normal de interrelacionarlos. Antes que el trabajo duro y creativo, cuestión que nos convierte en esclavos de las malas personas.
Para abaratar la mano de obra, permitimos que trabajen colombianos, haitianos y ecuatorianos, antes que tecnificar a nuestros propios ciudadanos; y comprar la maquinaria que abarataría los costos de producción.
Nuestra forma de triunfar u obtener alguna posición (es la visión que tiene la mayoría, lamentablemente), no es  el trabajo productivo o el estudio sino a través de un “contacto” o una “palanca”, que nos permita tener todo lo que queremos, aunque nos tengamos que humillar para ello.
Nuestra patología llega a tales extremos, que rendimos culto a un “hombre” que nos arrojó a una guerra horrenda, donde el 25% de la población fue asesinada o murió en combate y el 10% tuvo que emigrar.
Partimos tontamente de la idea, de que somos un país rico, cuando la mayoría de la población es pobre o vive de las migajas del Estado, ya sea de la administración pública, becas, subsidios, etc. En todo caso es el suelo o el subsuelo el que es rico en minerales.
La política es para los sujetos más picaros y aventureros, que buscan enriquecerse con el erario del fisco, posteriormente con los bienes y propiedades de los particulares y por último con enseñarles a otras naciones a delinquir en contra de ellas mismas.
Nuestra maldad llega a tales extremos, que preferimos comprar los productos importados, ante que beneficiar a los productores nacionales.
Le quitamos la tierra a los hacendados venezolanos, y se la entregamos a colonos colombianos que nos desprecian, por dinero, aunque sean cuatro centavos.
Para infundir respeto utilizamos un arma, no partimos del hecho de que debemos ser personas decentes.
Partimos de la noción, que la riqueza se obtiene del Estado, no de trabajo productivo.


Sólo los más tontos estudian, mientras los más “inteligentes” buscan un cargo o una posición a través de un contacto.
Le echamos la culpa de nuestra suerte a los demás: a los políticos, al petróleo, al imperialismo, al gobierno, a los cubanos, colombianos, etc. Y nunca a nosotros mismo al no poder salvar nuestra condición y minusvalía.

Al desentrañar los mitos mágicos-religiosos sobre los que se basa la sociedad  venezolana, se ha demostrado la escasa talla de que estos mitos tienen, montados sobre el deseo de venganza, tienen frente a una religión civil basada en el  culto al héroe. Algo a lo que, en último término, hace referencia en su discurso Michel Serres: "Considerar la religión (sólo) como un hecho de sociedad o de historia, lejos de suponer una forma científica de abordarla, forma parte de la regresión contemporánea hacia las religiones sacrificiales de la antigüedad", o sea la sociedad venezolana nace como tal no en la “Declaración de la Independencia”, sino en el decreto de “Guerra a Muerte”.

La razón de ser de los mitos,  es la nada que existe e impera, y tiene poder; centrándose en el principio de su función literaria y educativa, y  por su función social. El deseo es una de las grandes motivaciones de la conducta; pero, con la "teoría mimética" de René Girard, explica que ese deseo es triangular: no deseamos lo que nos parece bueno, sino lo que otros desean. Ese mimetismo de las modas lleva a la violencia —competencia de deseos—, y para ponerle fin se elige como chivo expiatorio a algunas personas o grupo social, en las sociedades contemporáneas es todo un grupo social o étnico.
El mito es, en este contexto, la "mentira necesaria" que convierte el mal en bien, sublimándolo, y transfiriéndolo a un sujeto, que puede ser culpable o inocente, en todo caso poco importa en la acción social. El hombre desea hacer el bien, pero hace el mal, y trata de lavar su pecado, al justificar las motivaciones que lo llevaron a ello. El hombre no puede aguantar la violencia que él mismo ha realizado —como decía T. S. Eliot, no puede soportar demasiada realidad— y trata de ocultarla a través de la historia oficial, desapareciéndola  los textos de historia heterodoxos, la historia patria es el cuento de perseguidores, que terminan perseguidos, cosa que no se reseña ni se habla: el mito transmite un acontecimiento fundacional de la sociedad, pero al mismo tiempo esconde su razón de ser (la violencia sacrificial), con el cual se constituyó como pueblo.
Frente a la mitología social humana, aparece la lógica divina de la redenciónen la historia patria, donde el sacrificio no se oculta, sino que se relata con todo detalle (La masacre de los españoles en las bóvedas de La Guaira en 1814 por ejemplo). La lógica es inversa porque el héroe se pone de parte de los débiles y porque el punto de partida de este sacrificio no es el deseo —que lleva a los hombres a enfrentarse—, sino el odio, que lleva al sacrificio, al darse la masacre colectiva.

La palabra mimesis ha perdurado a través del tiempo aunque no necesariamente en el mismo sentido. Se trata de una palabra que la encontramos tanto en Platón y Aristóteles, como en las diversas teorías educativas y estéticas. Sobre el mimetismo se basa lo que llamamos aprendizaje, educación, iniciación; así mismo, antes del advenimiento del individualismo, la mimesis era estimada en el campo literario, educativo, religioso, etc., ya que destacarse en cualquier actividad era seguir un modelo.

El concepto de mimesis corriente, descrito en la Poética de Aristóteles, y derivado de Platón, excluye dos tipos de conducta que también son sujetos de imitación por parte del hombre: el deseo y la apropiación. El deseo humano es esencialmente mimesis o imitación, es decir, nuestros deseos se configuran gracias a los deseos de los demás (en esto difiere de Freud ).


En esta mimesis de deseo, los objetos se eligen gracias a la mediación de un modelo, en realidad el modelo cubano no es más que un medio para saciar la codicia de los chavistas, y su fin es el enriquecimiento personal. Por otra parte, si un individuo imita a otro cuando este último se apropia de un objeto entonces nos encontramos con la mimesis de apropiación de la cual puede surgir la rivalidad o el conflicto, porque el objeto entra en disputa, que en caso venezolano se transa a través del sicariato o del secuestro como forma de interacción política. En definitiva, el objeto puede caer en el olvido por parte de los antagonistas, entonces se pasa de la mimesis de apropiación a la mimesis de antagonista ya que el deseo mimético del objeto se transforma en obsesión recíproca de los rivales, y una vez que aumenta el número de rivales, los antagonistas tienden a escoger el antagonista del otro, dándose periódicas revueltas donde los chivos expiatorios son ajusticiados masivamente fue el caso del gomecismo (con el asesinato de Eustoquio Gómez y de los chácharos, y el exilio forzado de los gomecista más connotados, perezjimenismo: el encarcelamiento de Marcos Pérez Jiménez y el asesinato de los oficiales e informantes de la Seguridad Nacional y del izquierdismo en la década de los sesenta; por citar ejemplos recientes).


La mimesis de apropiación y la mimesis de antagonista no son exclusivas del país, pues también se encuentran presentes en los animales. En ellos se ha observado que, cuando se supera cierto grado de rivalidad, los antagonistas abandonan el objeto que pretendían apropiarse, para entrar en una confrontación abierta.  El hombre este proceso se convierte en una serie de desquites que se pueden definir en términos miméticos o imitativos, que transciende a una vendetta en un principio, la confrontación política posteriormente, la revuelta y exterminio en la última fase. La mimesis ha sido considerada tradicionalmente como algo enteramente positivo, tal es el caso de la mimesis estética y educacional. Esta visión mutilada de la imitación se ha visto extendida a diversos campos como la filosofía, psicología, sociología y crítica literaria. La mimesis es apenas percibida en Platón, pone énfasis en una mimesis potencialmente divisiva y provocadora de crisis, que se manifiesta en la propagación de la rivalidad mimética.

Si bien el deseo mimético es potencialmente provocador de crisis, esto no significa que en sí mismo sea malo, a pesar de ser el responsable de que surja la violencia. Si nuestros deseos no fueran miméticos, se encontrarían fijados permanentemente en objetos predeterminados, en definitiva constituirían una especie de instintos, de tal manera que no podríamos cambiar de deseo nunca, de ahí la importancia de la educación como forma de salvar al hombre del deseo.

La primera hipótesis que maneja Girard en su pensamiento es que el deseo elige sus objetos gracias a la mediación de un modelo, en el caso venezolano es el modelo “american dream”, que se intentó sustituir con el modelo castrista. Posteriormente desarrolla una segunda hipótesis más antropológica y globalizante que se remonta incluso a las sociedades primitivas al afirmar que, cuando las comunidades arcaicas entraban en crisis se volvían violentas, expulsando (eliminando) así al supuesto causante del desorden, fue el caso de la guerra de independencia con la aniquilación de las comunidades españolas y canarias. Sin embargo, dicho culpable frecuentemente es acusado injustamente, es decir venía a ser un chivo expiatorio, independientemente tenga culpa o no. Tanto el recuerdo de la violencia generada, como el fin de la misma, quedarían conservados aunque velados bajo los ritos, los mitos y las prohibiciones, que refuerzan los sacrificios, que no son otra cosa que enmascarar masacres colectivas.

En estadios posteriores, estos nichos de la cultura se desplazan a nuevas construcciones culturales que intentan ocultar sus orígenes violentos como el bolivarianismo, gomecismo, el puntofijismo, el liberalismo amarillo, etc. Por otra parte, dicha expulsión que ejercieron las comunidades primitivas, se seguiría efectuando a lo largo de la historia, incluso en la actualidad, pero con matices y formas de presentarse distintas forma, como puede ser una revuelta urbana, que entroniza a un grupo, que a su vez se vuelve víctima propiciatoria del siguiente grupo, reforzado tal actitud por el culto a Bolívar.

La pertinencia filosófica de Girard estriba en que su pensamiento es una reacción contra el racionalismo, que en el caso venezolano tiene cabida por el rechazo general del pensamiento racional, y la búsqueda de soluciones mágicas. Girard manifiesta que no se puede desconocer lo irracional que se encuentra presente en las relaciones “racionales” de los hombres. En definitiva, el hombre no percibe la imitación metafísica (en el sentido de ilusoria) que va a destruir los cálculos de la sana reflexión. Las decisiones racionales pueden ser simplemente el resultado del deseo mimético, del deseo como copia del deseo del otro, que degenera en rivalidad mimética justificando lo que está mal. Con un pretendido pensamiento racional se puede estar construyendo grandes castillos lógicos, en apariencia “objetivos”, que vienen a ser el resultado de la reciprocidad violenta, provocada por la mimesis, un ejemplo es el discurso marxista o liberal, que encierra los “desaparecidos” y los “secuestros, expropiaciones e invasiones”. 
Es así como algunas de nuestras posturas racionales en apariencia “imparciales” puede que no sean más que una reacción mecánica en la que pretendemos diferenciarnos a toda costa del otro a quien lo vemos como rival, pero solo buscamos desplazar en el poder. Este afán de diferenciación nos hace creer que la postura correcta, que la “verdad” se encuentra en la orilla opuesta; y una vez allí, nos atrincheramos con todo entusiasmo, sin caer en cuenta que nuestra postura no es más que una oposición mecánica y simétrica, o lo que es lo mismo, el reflejo del espejo.

La ignorancia respecto a lo religioso y al papel fundador que tiene en toda sociedad. La cohesión unitaria de los miembros de una sociedad en contra de alguien se logra gracias a ciertos hechos de violencia inconfesables, perdidos, sumidos en el olvido, hechos que están presentes, aunque ocultos en los mitos, que es el culto a Bolívar. Se encuentran parcialmente ocultos en los textos de mistificada persecución, que son relatos de violencias reales, frecuentemente colectivas, redactados desde la perspectiva del perseguidor, y aquejados, por consiguiente, de características y distorsiones, que evitan su comprensión. Y se encuentran develados o desmitificados en la historia patria. 

En definitiva, la cohesión de una comunidad se logra gracias a un principio sacrificial, a costa de nuevas víctimas arbitrarias, de un chivo expiatorio, que puede ser toda una claque, partido o familiares. Esta dimensión de violencia es negada por quienes la realizan, y gracias a este desconocimiento, el proceso de cohesión de la comunidad resulta eficaz. Por otro lado, el principio sacrificial, la eliminación de un miembro de la comunidad, es el principio fundamental del orden político, ya que los hombres tienen cierta tendencia a derivar su violencia en otros.

Esta manera de “discriminar”, de seleccionar excluyendo, de sacrificar para que se restablezca el orden, se conservaría en la actualidad a pesar de que no funcionaría con la misma eficacia que en la sociedad actual. Por otra parte, el hombre no se encontraría totalmente libre de buscar chivos expiatorios en las más diversas actividades, incluso en aquellas disciplinas que abogan por el bien común, como la política; o por el desarrollo material de los pueblos, como la economía; o aquella que es la abanderada de la razón, como la filosofía. Esta tendencia a buscar y encontrar chivos expiatorios, nos garantiza una zona de seguridad, una zona de paz, de orden restablecido que se erige sobre las ruinas sacrificiales, por un tiempo no menor a una generación.

Así como nos muestra una cosmovisión del hombre a partir de su deseo, de la misma manera nos muestra al ser humano a partir de su convivir con otros miembros de la sociedad que van en pos de un bien común (aunque dicho "bien" pueda ir en perjuicio de uno de su miembros o también en perjuicio de otro grupo social por ejemplo los escuálidos o a más recientemente los chavistas).

La violencia derivada de la mimesis no se queda en las relaciones interpersonales, sino también se puede presentar en la política, economía, arte, ideología, religión, etc. En todo caso, siempre se trata del deseo de imitar al otro para obtener la misma cosa que él o ella tienen, por la violencia si fuera menester. Un ejemplo de la mimesis y violencia relacionada con política lo tenemos en los insultos de Chávez. En esos ataques se da una relación modelo – discípulo, en que entra en juego la competencia. En la base de estas acciones hostiles no se encontraría una diferencia radical entre occidente anglosajón e Hispanoamérica. La forma en la que fueron perpetrados constituye un salto a un mundo "diferente", pero lo que da lugar o lo que provoca el insulto no está en esa "diferencia" política y cultural con los estadounidenses. Al contrario, en el fondo estaría un deseo exacerbado por la convergencia y el parecido. 

Los estadounidenses tienen que ser los menos asombrados por lo que pasa, ya que ellos constantemente viven en relaciones de rivalidad o competencia, y la retórica chavista es precisamente eso. En definitiva, los chavistas imitaron y adoptaron los valores de los estadounidenses, hasta algunos se van vivir allá, aun cuando aquellos no lo confiesen, por vergüenza con su claque.

Cuando Chávez se alzó, el 4 de febrero su objetivo era controlar el poder, a través de encabezar un gobierno de facto,  Chávez y los Estados Unidos no eran enemigos. El fracaso del modelo chavista, y su inestabilidad, generó una fuerte oleada de resentimientos entre la población de clase media y alta. Al llamado de un enfrentamiento acuden los hijos de los propietarios, que terminan asesinando a los chavistas y a la inversa. Para 2008 La Sociedad Patriótica conducía las operaciones de una organización que introduce acciones de terrorismo en contra de los funcionarios públicos y del partido de gobierno. Esta organización operaba bajo el amparo de la clandestinidad, que a su vez eran patrocinados por la oposición radical para provocar la guerra contra los abusos de los chavistas. La CIA y Chávez se apoyaban mutuamente contra los elementos radicales, que enfrentaban al régimen. Fue así como, Chávez terminó siendo un agente de la CIA.

En definitiva, Maduro (heredero de Chávez) y la CIA pasaron de socios confiables a enemigos acérrimos. Para este tipo de situaciones, en las que un agente o una operación que se “voltea” en contra de sus creadores,  la CIA usa el término blowback que se traduciría al español como retroexplosión, que ilustra perfectamente lo que para Girard es la rivalidad mimética en la que el modelo pasa a ser obstáculo, al no poder alcanzarlo. Los chavistas se convertirán en los enemigos de los Estados Unidos,  al fracasar y ser desalojados del poder, ya que hicieron de éste el modelo de sus aspiraciones (de ahí de querer radicarse en la Florida la mayoría de ellos), y la aspiración ingenua que les unió fue el deseo de poder y éxito.

Las comunidades primitivas al culpable de una crisis se lo "sacrifica" dándole muerte, en las sociedades posmoderna es todo un grupo como fue el caso de los judíos en la Segunda Guerra Mundial o la de los palestinos más recientemente; de la misma manera en nuestra sociedad contemporánea se intenta eliminar a quien se le ve como culpable. Por otra parte, se consideraría ilusoriamente que la paz anhelada llega con la eliminación (figurada o real) del enemigo, ya sea asesinado o en masacres colectivas; por eso de caer el régimen les espera a los chavistas una muerte violenta o en el mejor de los casos, lo que significaría un avance como sociedad, un largo período a la sombra. Sin embargo, dicha eliminación del enemigo, no haría más que preparar nuevos escenarios para que surja nuevamente la violencia en contra quien la preparó.

La Foto de Hoy:


Rezos por la paz

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 Diario La Región














El Carabobeño

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