02/12/2014. Servicio de Noticias de avanzada Venezolana (AV).
Por Kelder Toti.
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Las Columnas de Opinión:
El petróleo como arma económica.
Los precios bajos del crudo perjudican a países en malas relaciones con EE UU.
Fernando Esteve Mora / José Manuel Rodríguez Rodríguez
29 NOV 2014
La paulatina caída de los precios del petróleo desde junio pasado, acelerada en las últimas semanas hasta llegar a los 69 dólares el barril del crudo brent (viernes) plantea una serie de interrogantes acerca de sus causas y efectos. Y es que si bien la mayoría de comentaristas han incidido en la debilidad de la demanda mundial asociada a la recesión económica en Europa, así como la atenuación del crecimiento en los países emergentes y las no resueltas dudas acerca de la recuperación en Estados Unidos, no parece que todo ello sea suficiente para explicar el fenómeno. No se espera que la demanda crezca de modo perceptible, pero tampoco se prevé que disminuya. De hecho, las previsiones de la Agencia Internacional de la Energía para 2015 apuntan a un crecimiento de la demanda de crudo del 1,2 %. En consecuencia, a la hora de explicar la caída en los precios del crudo, las miradas han de dirigirse fundamentalmente hacia la oferta.
En efecto, es de sobra conocido que en los últimos meses la oferta ha crecido. Los países de la OPEP, que llevaban más de dos años disminuyendo su producción, compensando así los aumentos en la extracción de crudo por parte de los países de fuera de la OPEP, han cambiado de estrategia y desde septiembre están aumentando su producción. A ello hay que sumar la progresiva consecución por parte de los EE UU de su objetivo de autonomía energética gracias a la aplicación de la tecnología de fracking. Dada la atonía de la demanda en Europa, todo ello se ha traducido en que los países exportadores de petróleo tengan que disputarse un mercado reducido, fundamentalmente el asiático, con el previsible efecto a la baja sobre el precio del crudo.
Una caída en el precio del petróleo debería ser vista como una buena noticia económica para los países industriales en general e importadores de petróleo en particular, pues la disminución en los costes de producción y en precios que implica deberían impulsar la actividad económica. Tal situación sería así la opuesta a la que se observó en los años 70. Sin embargo, las cosas no están tan claras en un entorno económico global estancado, cuando no recesivo, en muchas áreas. La caída en los precios del petróleo acentúa el riesgo de que la economía mundial se sumerja en una deflación que deprima todavía más las sombrías perspectivas de recuperación. Y es que, ante la previsión de que los precios caigan en el futuro, los consumidores tienden a posponer sus decisiones de compra; en tanto que el ascenso en los tipos de interés reales desincentiva a los inversores.
El peligro de deflación mundial crece con la previsión de nuevas caídas del precio
Si no les interesa que acontezca tal estado de cosas a los demandantes ni a los oferentes, la pregunta pasa a ser la de cómo los actores implicados permiten que ello suceda. Más concretamente, dadas las especiales características que tiene el mercado de petróleo desde el lado de la oferta —con la presencia de una agrupación de países, la OPEP, que actúa al unísono y controla el 43 % de la producción mundial y el 51 % de las exportaciones de crudo— la pregunta es: ¿por qué no actúa para impedir que los precios del petróleo caigan?
El papel que aquí juega Arabia Saudí es fundamental. Controla el 18 % de las reservas probadas de petróleo así como el 13 % de la producción mundial y de las exportaciones. Nadie duda por ello de que su posición dentro de la OPEP es determinante, y está detrás de la política que ha mantenido en los últimos años el precio del crudo en el entorno de los 100-120 dólares el barril.
El cambio actual en el comportamiento de Arabia Saudí, que parece apostar por un precio del barril entre los 80-90 dólares para los próximos dos años puede explicarse, como mínimo, en términos geoeconómicos. Para mantener su posición de líder en el mercado de crudo, uno de sus objetivos a medio y largo plazo, sin duda, es dificultar que las fuentes no convencionales de petróleo (los yacimientos en aguas ultra profundas, en zonas difíciles como el Ártico y las de petróleo de esquisto y arenas bituminosas) se conviertan en suficientemente competitivas de su producción y supongan un riesgo para su posición predominante en el mercado. Dado que esas tecnologías extractivas son más caras que las tradicionales, el mecanismo para dificultarlas pasa por hacer una política predatoria de precios.
En efecto: si bien los costes en los diferentes yacimientos son distintos, se estima que por término medio tanto la extracción de petróleo por fractura hidráulica como la explotación de yacimientos en aguas ultra profundas necesita de unos precios del crudo en torno a los 80 dólares para cubrir costes. Ello implica que, si bien la producción de petróleo a partir de estas fuentes no convencionales no desaparece caso de que los precios actuales se mantengan a medio plazo, la inversión en nuevas exploraciones y explotaciones se ve desincentivada. Que este factor pesa en las decisiones saudíes es evidente e incluso fue expresado públicamente en noviembre de 2013, cuando la Saudi Gazette publicó un editorial en que se hacía eco de voces que sugerían que Arabia Saudí podría aumentar la producción de petróleo hasta que su precio cayese por debajo de los 70 dólares por barril, para así “hacer desaparecer el petróleo de esquisto del mapa de la producción mundial de petróleo”.
Arabia Saudí quiere bajar el barril para dificultar alternativas a su oro negro
Y una última consideración: el petróleo no es solo la fuente de energía más importante para las economías industriales; también es o puede ser usado como arma económica en el escenario geopolítico. Y a este respecto, resulta difícil abstraerse del hecho de que unos precios del petróleo en torno a los 80 dólares el barril ponen en serias dificultades las cuentas públicas y las balanzas comerciales de Irán, Venezuela y Rusia, países con los que EE UU está en una tensión permanente, agudizada en el último caso por la continuada crisis en Ucrania. Aunque las cifras no son enteramente seguras, se estima que Irán tendría problemas de financiación tanto de sus cuentas públicas como de su sector exterior por debajo de los 130-135 dólares, y a Venezuela y Rusia les pasaría lo mismo por debajo de los 120 y 100 dólares respectivamente.
Pues bien, sería auténticamente conspiranoico pensar que EE UU está detrás de la caída en el precio del petróleo. No obstante, resulta innegable que le viene más que bien desde un punto de vista geopolítico. Lo que lleva a pensar que Estados Unidos no presionará de modo decisivo a su tradicional amigo saudí para que actúe restringiendo a medio plazo su oferta.
Fernando Esteve Mora y José Manuel Rodríguez Rodríguez son profesores de Teoría Económica de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM)[/PIEPAG] y forman parte de su Escuela de Inteligencia Económica.
La historia de dos juezas
En Venezuela, la sumisión judicial con el poder político llega hasta las más altas esferas.
Andrés Cañizález 29 NOV 2014
El control del poder ejecutivo sobre los otros poderes públicos en Venezuela, y en particular sobre el sistema judicial, se expresa claramente en la historia de dos juezas. A simple vista no parecen tener nada en común, una enfrenta un largo proceso y la otra tiene a su cargo el que posiblemente sea el juicio político más polémico —y hay bastante tela que cortar en Venezuela en esta materia—, como lo es el procesamiento judicial y detención del dirigente Leopoldo López.
¿Qué cosa une a las historias de estas dos juezas venezolanas? Ambas recibieron recomendaciones del Comité contra la Detención Arbitraria de la Organización de Naciones Unidas (ONU). Una optó por acatar tal recomendación de expertos independientes, en 2009, y terminó ella misma siendo objeto de recomendaciones a su favor por parte de ese comité. Se trata de la jueza María Lurdes Afiuni, quien el 10 de diciembre de 2009, tomó la decisión de otorgarle la libertad condicional al ex banquero (otrora muy cercano al chavismo) Eligio Cedeño, quien estaba enjuiciado por presunta corrupción en el manejo de dólares regulados.
Al día siguiente, en una de sus alocuciones por radio y televisión, Hugo Chávez, le ordenó al sistema judicial que detuvieran a la jueza Afiuni e incluso adelantó la sentencia: “debe recibir pena máxima de 30 años”. Cedeño aprovechó su libertad condicional y salió clandestinamente del país, hoy vive en Estado Unidos donde recibió asilo político. Afiuni, en tanto, por acatar la recomendación de la ONU pasó de ser jueza a enjuiciada, y a partir del 18 de diciembre de aquel mismo año 2009 fue enviada a una cárcel de mujeres. Fue acusada por cargos de corrupción, cómplice de fuga, abuso de poder y conspiración criminal. A la fecha no ha podido comprobarse que ella tuviese alguna componenda para facilitar la fuga de Cedeño. Casi tres años estuvo en una cárcel Afiuni, en 2012 se le envió a una detención domiciliaria luego que se le detectara cáncer y otros problemas de salud y tras innumerables pronunciamientos del propio Comité contra las Detenciones Arbitrarias de la ONU y de la relatoría de la ONU sobre la independencia de jueces y abogados.
Afiuni fue acusada por cargos de corrupción, cómplice de fuga, abuso de poder y conspiración criminal
Afiuni sigue siendo procesada sin que se vislumbre en el corto plazo que se vaya a dictar sentencia. Según organizaciones venezolanas de derechos humanos, no existen razones válidas para mantener el juicio, ya que se ha han ventilado pruebas firmes, pero a este proceso judicial nadie se atreve a ponerle fin ya que el comandante Chávez fue quien dictó sentencia.
La otra jueza se llama Susana Barreiros. A mediados de noviembre se negó a considerar una recomendación del mismo Comité contra las Detenciones Arbitrarias de Naciones Unidas, ésta vez en el caso del dirigente político opositor Leopoldo López. Tampoco ha escuchado Barreiros los innumerables pronunciamientos internacionales que sin inmiscuirse en el fondo del asunto, solicitan simplemente que López (tal como lo establecen las leyes venezolanas) sea juzgado en libertad.
Barreiros posiblemente está consciente, como cualquier juez venezolano, que está atrapada en lo que podríamos llamar “síndrome Afiuni”, que no es otra cosa que la falta de independencia del sistema judicial de Venezuela. Un juez en Venezuela, especialmente en casos políticamente simbólicos (y éste de López sin duda lo es), difícilmente se arriesgara a hacer justicia si tal decisión puede molestar al poder político chavista.
La sumisión judicial con el poder político no se limita a los jueces, llega hasta las más altas esferas. La sala político-administrativa del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) en la última década sólo ha fallado en contra del Estado de forma excepcional, tan excepcional que se pueden contar los casos con los dedos de las manos.
Andrés Cañizález es analista político y de medios. Twitter @infocracia
El Individuo Soberano: Max Stirner
Por Kelder Toti.
Johann Kaspar Schmidt (Bayreuth, 25 de octubre de 1806 - 26 de junio de
1856), más conocido como Max Stirner fue un educador y filósofo alemán
cuyas posturas profundizan en el egoísmo o solipsismo moral. Sus
reflexiones filosófico-políticas sobre el individuo soberano sirven de
base para al menos una parte importante del anarquismo.
La configuración socio-política de su entorno se caracterizará en estos
años por un periodo de breve estabilidad. El 12 de julio de 1806 se
reunieron en París dieciséis príncipes alemanes, entre los que se
encontraba el de Baviera, y firmaron el acta de la Rheinbund (o
Confederación del Rin), con la que ponían fin a sus vínculos con el
Sacro Imperio Romano y concretaban la alianza con el Imperio francés.
Ante tales circunstancias, Francisco II de la Casa de Austria renunció
al título de emperador germánico, lo que puso fin al que se ha
considerado último descendiente occidental del Imperio romano.
Hijo único de Albert Christian Heinrich Schmidt (1769-1807), un artesano
de clase media-baja, fabricante de flautas, y de Sophia Elenora
Reinlein (1778-1839), ambos de religión luterana. Justo a los seis meses
de su nacimiento, el 19 de abril de 1807, su padre fallece de
tuberculosis y en 1809 su madre se vuelve a casar con Heinrich
Ballerstedt, farmacéutico de 57 años de edad de Helmstedt, deja
provisionalmente a su hijo a cargo de familiares en Bayreuth,
estableciéndose finalmente en Kulm, en la región del Vistula, al oeste
de Prusia, donde J. K. Schmidt se reunirá con ella de nuevo en 1810.
Durante la mayor parte de la infancia de Johann Kaspar Schmidt su vida
estará ligada a la de la ciudad de Bayreuth donde naciera y en la que
viviría sus primeros años y adolescencia, la cual se mantendrá en la
Confederación del Rin, cuya existencia se prolongaría entre 1806 y 1813;
también viviría en Kulm (Prusia) entre 1810 y 1819 y a la que regresará
mucho más tarde y por breve tiempo hacia 1830.
Hacia 1814-1815 se establece un nuevo orden en Europa. La situación en
la "Confederación Germánica", una asociación de diversos estados
soberanos entre los que se encuentra Baviera que surge en sustitución de
la antigua "Confederación del Rin", no es particularmente buena para el
libre pensamiento: la prensa y la publicidad estuvieron sometidas a una
fuerte censura, las universidades fueron controladas y la actividad
política disidente fue prácticamente imposible.
Adolescencia.
En 1819, contando a la sazón con 12 años, J. K. Schmidt regresa a
Bayreuth donde volverá a vivir de nuevo con unos familiares, para seguir
durante siete años su interrumpida escolarización en la escuela local.
Poco conocemos de esta etapa de su vida, salvo el nombre de algunos de
sus tutores locales: Pausch, Kieffer, Neubig, Kloeter, Held y Gabler,
bajo las enseñanzas de los cuales se formaría su educación secundaria.
Juventud
Terminados sus estudios secundarios, empieza a estudiar filología,
filosofía y teología en la Universidad de Berlín, donde coincidiría con
Hegel, Schleiermacher y Marheineke, en 1826, con 20 años, continuando
sus estudios en las ciudades de Erlangen (1829) y Königsberg (1829). En
1829 interrumpió sus estudios y viajó por Alemania, volviendo
temporalmente a Kulm en 1830 para ocuparse de los problemas de salud
mental de su madre, Sophia Eleonora. En 1832 regresa (con su madre) a
Berlín y termina sus estudios allí en 1834, teniendo para entonces la
edad de 28 años. Se presenta entonces a los exámenes para acceder a la
docencia profesional y entre 1834 y 1835, J. K. Schmidt trabaja en
prácticas sin sueldo como personal docente en el "Königliche Realschule"
de Berlín; para el acceso a tal puesto escribirá una pequeña tesis,
"Ueber Schulgesetze" (Las Normas de la Escuela). En enero de 1837, su
madre fue confinada en el hospital de caridad "Die Charité Hospital" de
Berlín.
En 1837, el mismo año en que fallece su padrastro, se casa con Agnes
Klara Kunigunde Butz (la hija ilegítima de la propietaria de la vivienda
en la que por entonces reside en régimen de alquiler), quien morirá un
año más tarde, el 29 de agosto, durante el parto del nonato hijo de
ambos.
Comienza a trabajar en 1839 en un colegio berlinés para señoritas de
familia acomodada, frecuentando simultáneamente lugares de animada
actividad bohemia e intelectual como "Café Stehely" y "Hippel's
Weinstube". Ese mismo año fallecerá su madre, afectada en la última
etapa de su vida por distintos trastornos mentales.
Madurez
Es por aquellas fechas cuando Johann. K. Schmidt se unió a un grupo de
jóvenes hegelianos conocido como "Die Freien" (Los libres), una tertulia
filosófica y política donde trabó relación con Engels y Bruno Bauer,
futuro pope de la "Crítica pura o Crítica Crítica" (expresión que hizo
conocida Karl Marx).
En 1841 comienza a escribir pequeños textos de opinión para la
publicación "Die Eisenbahn" (El Ferrocarril), entrando en contacto con
el mundo editorial berlinés de la época y empezando a usar
literariamente el pseudónimo de Max Stirner, que parece ser hace alusión
a su amplia frente (en alemán, Stirn, frente).
Durante el día se dedica a la educación de jóvenes burguesas y por la
noche se reúne con el círculo de jóvenes hegelianos. Existen unos versos
burlones de Engels sobre la actitud del joven Stirner en aquellas
veladas:
"Mirad a Stirner, miradlo, el tranquilo enemigo de toda coacción. Por el
momento bebe todavía su cerveza, pronto beberá sangre como si fuera
agua". Cuando los otros lanzan su grito salvaje "abajo el rey",
enseguida completa Stirner "abajo también la ley".
En 1842 aparece en Colonia, "Rheinische Zeitung" (La Gaceta Renana),
formada por Heinrich Bürgers, Hess, Marx, Bruno Bauer, Köppen y Stirner.
Pero tiempo después este círculo se escinde en dos tendencias. Los del
grupo de Marx, Rouge y Hess, marcan distancia con respecto a Hegel y los
segundos con los Bauer y la Liga de Los Libres: Mayen, Buhl, Köppen,
Nauwerk y Stirner, que piensan en la revolución de las conciencias a
través de una crítica negativa, de carácter ateo y carente de reglas.
Tuvo un segundo matrimonio con Marie Dähnhardt, con quien se casa en ese
mismo año, pretendiendo una especie de imitación del matrimonio de la
escritora George Sand, por sus costumbres liberales, coincidiendo con el
momento en que empieza a escribir pequeños artículos y ensayos para
varias publicaciones periódicas, aparte de las ya citadas "Die
Eisenbahn" (1841-1842) y "Rheinische Zeitung" (1842) durante el periodo
en el que ésta era dirigida por Karl Marx, aparecerán textos de Stirner
también en "Leipziger Allgemeine Zeitung" (1842), ó "Berliner
Monatsschrift" (1843), así por ejemplo, "Das unwahre Princip unserer
Erziehung, oder Humanismus und Realismus" (El falso principio de nuestra
educación, o Humanismo y Realismo), "Kunst und Religion" (Arte y
religión), todos ellos de 1842, ó "Einiges Vorläufige vom Liebesstaat"
(Algunos comentarios provisionales sobre el Estado basado en el amor),
de 1843.
A principios del mes de octubre de 1844, contando con treinta y ocho
años, y coincidiendo en el tiempo con su renuncia al trabajo como tutor
en el colegio femenino, aparece su obra más importante y peor
comprendida "Der Einzige und sein Eigentum" (El Único y su Propiedad
)[1], una especie de diario pleno de lógica rigurosa y de claro estilo,
en el cual desarrolla un resumen del movimiento de la izquierda
hegeliana durante los años 1843 y 1844.
El 28 de octubre el libro es censurado y secuestrado por el Estado, lo
que aumenta el interés popular sobre el mismo. Poco después se retira la
censura, permitiendo de nuevo su venta. La celebridad le duró poco.
Decadencia.
Stirner escribe varios ensayos en respuesta a las críticas desarrolladas
por distintos autores a su libro Der Einzige und sein Eigentum. Los
primeros, agrupados bajo el nombre de Recensenten Stirners (Críticos de
Stirner), una serie de réplicas a Ludwig Feuerbach, Szeliga y Hess,
publicadas en Wigand's Vierteljahrschrift en 1845.
En 1846, tras cuatro años de matrimonio experimental, se separa de Marie
Dähnhardt, y continúa con las contestaciones a sus críticos, así «Die
Philosophischen Reaktionaere» («Los reaccionarios filosóficos»), réplica
a Kuno Fischer (1824-1907), en el quinto volumen de Epigonen de Wigand,
en 1847, año en el que también traduce y publica en alemán algunos
trabajos de economía, como Traité d'Economie Politique del francés
Jean-Baptiste Say y The Wealth of Nations, del británico Adam Smith.
No participará de la Revolución alemana de 1848, pero posteriormente, en
1852, publica la primera parte de Geschichte der Reaktion (Historia de
la reacción), obra en la que trata precisamente los recientes sucesos.
Intentó montar un negocio y fracasó, quedando reducido a la indigencia y
en 1853 pasa pequeñas temporadas en la cárcel por deudas económicas
(del 5 al 26 de marzo de 1853 y del 1 de enero al 4 de febrero de 1854).
Muere en 1856 y el Registro Civil anota a propósito de su
fallecimiento: "Ni madre, ni mujer, ni hijos".
Filosofía.
El libro de Stirner, El único y su propiedad, publicado en 1844,
argumentó que la única limitación en el individuo es su poder para
obtener lo que él desea. Propone que las comúnmente aceptadas
instituciones sociales, incluyendo la noción de Estado, la propiedad
como un derecho, los derechos naturales, y en general la noción misma de
la sociedad son cosificaciones de la mente. Stirner comienza afirmando
que el centro de toda reflexión, y aun de toda realidad, es el hombre.
Sin embargo, no se trata del hombre en general, ni del representante de
una Humanidad abstracta, sino del individuo, de "mí mismo" en cuanto
"yo" único. El "Único" es único no porque esté relacionado con nada,
sino más bien porque él, y sólo él, es el fundamento de toda relación
posible. Todo lo que me une a otros, o todo lo que tengo en común con
otros, es sólo relativo respecto al carácter absoluto de "mi" unicidad.
En suma, la unicidad no parece ser en Stirner ausencia de relación, sino
que la relación es ausencia de unicidad.
Stirner proclama que todas las religiones e ideologías se asientan en
conceptos vacíos, que superpuestos a los intereses personales (egoístas)
de los individuos, revelan su invalidez. Lo mismo es válido para las
instituciones sociales que sustentan estos conceptos y que reclamen
autoridad sobre el individuo, pretendiendo hacer del individuo un
esclavo, servirse de este para su causa egoísta. Lo mismo es válido
tanto para el "Dios" de los cristianos como la "Humanidad" o la
"Libertad" de los ideólogos modernos, siempre se trata de un ideal. No
son más que creencias, fantasmas, pensamientos abstractos destinados a
perpetuar el estado de servidumbre y a estar por encima del individuo.
Como opuesto a esto Stirner llama a la conformación de una asociación
voluntaria de personas (o como él la llama "unión de egoístas") que se
opone a la concepción de los grupos y colectivos abstractos y no basados
en el ego de los individuos, como son la sociedad, la nación, el Estado
o la familia.
En El único y su propiedad, Stirner hace una crítica radicalmente
antiautoritaria e individualista de la sociedad prusiana que le era
contemporánea. Ofrece una perspectiva de la existencia humana que
describe el ego como una entidad particular y creativa más allá del
lenguaje y de la objetividad, como una realidad subjetiva fundamentada
en sí misma ante la cual el ego está solo, al contrario de lo que
predicaba buena parte de la tradición filosófica occidental. Para
Stirner el individuo debe ser ante sí mismo el único ser supremo,
liberado del yugo de Dios y de las "ilusiones" del humanismo. Este
individuo es el Egoísta, el Único (Einzige) y sólo asumiendo sin
hipocresías ese egoísmo esencial, el hombre puede llegar a la plenitud
de su expresión.
En suma, el libro proclama que todas las religiones e ideologías se
asientan en conceptos vacíos, que superpuestos a los intereses
personales (egoístas) de los individuos, revelan su invalidez. Lo mismo
es válido para las instituciones sociales que sustentan estos conceptos y
que reclamen autoridad sobre el individuo, pretendiendo hacer del
individuo un esclavo, servirse de este para su causa egoísta. Lo mismo
es válido tanto para el "Dios" de los cristianos como la "Humanidad" o
la "Libertad" de los ideólogos modernos, siempre se trata de un ideal.
No son más que creencias, fantasmas, pensamientos abstractos destinados a
perpetuar el estado de servidumbre y a estar por encima del individuo.
Stirner distingue marcadamente entre el concepto de "sociedad",
asociación forzosa y represiva de seres alienados controlada por el
Estado, la legislación, iglesia, el sistema educacional, o cualquier
otra institución, y el de "libre asociación" de individuos soberanos con
fines mutuamente egoístas (la asociación de egoístas).
Impacto y prolongación de su obra
La obra de Stirner pasa entonces años silenciosos. Hacia los años 70, el
filósofo Friedrich Wilhelm Nietzsche lee su obra, que le influirá en
algunas de sus posteriores etapas sin que sin embargo lo cite jamás como
fuente, desarrollando la obra de Nietzsche, a pesar de la influencia
reconocible, una postura distinta de la que toma Stirner.
Los comentarios que en este período provoca no son, por otra parte,
particularmente positivos; así por ejemplo, Karl Robert Eduard von
Hartmann comenta en su obra "Die Selbstzersetzung des Christentums und
die Religion der Zukunft" de 1874, a propósito del egoísmo rebelde a
toda regla y sobre el ensayo de Stirner:
Esta obra, más rica en ideas que las obras completas de este célebre
filósofo, es, por la locura carnavalesca de sus resultados perfectamente
lógicos, la prueba indirecta más brillante de la imposibilidad de
fundar la ética sobre la base del individualismo y de la necesidad de
buscar esta base en el monismo. Se ha fraguado contra este libro la
conspiración del silencio hasta en los círculos más liberales, y todos
se han cubierto el rostro con afectada indignación; pero el secreto
terror que se echa de ver en este modo de obrar, prueba tan sólo que no
se ha sabido encontrar el punto vulnerable del incómodo adversario, o
que se ha retrocedido ante la necesidad de ceñir las solas armas con las
cuales se puede herir al egoísmo en el corazón, el monismo y el
pesimismo.
Él es una especie de “filósofo secreto” tal vez por demasiado obvio.
Unas cuantas frases socorridas, del tipo «He fundado mi causa en la
nada», o «mi causa no es divina, ni humana, no es ni lo Verdadero, ni lo
Bueno, ni lo Justo, ni lo Libre, es lo mío, no es general sino única,
como Yo soy único», bastan para que algunos lo admiren y otros
simplemente se sonrían por tanta (¿bendita?) ingenuidad, o se indignen
porque el egoísmo stirneriano conduciría ya no a la anarquía, sino al
Caos.
Claro que ello no es óbice para que, alguna que otra vez STIRNER pueda
resultar muy agudo en tanto que observador, como cuando muestra que «en
manos del Estado la fuerza se llama derecho, en manos del individuo se
llama delito», pero en general sólo da para situarlo en alguna de las
infinitas ramas del árbol otrora frondoso y hoy algo ralo que, por
simplificar, llamamos “anarquismo”.
Sin embargo la obra del desconocido y casi clandestino STIRNER ha sido
reconocida fuente de inspiración –y acicate conceptual más o menos
confesado– para gentes tan diversas como MARX que le dedicó un estudio
con el significativo título de «San Max» en el cap. I.III de LA
IDEOLOGÍA ALEMANA, como NIETZSCHE, cuya relación con él todavía se
discute y que ante EL ÚNICO llegó a temer que lo considerasen un vulgar
plagiario. O como Carl Scmitt que lo leyó en la cárcel en 1947 y se
llegó a «obsesionar»; o como Benito Mussolini y los situacionistas.
Incluso parece que hay una página de Husserl –sólo una– donde se habla
de la «fuerte tentación» que representa EL ÚNICO...
Hay, pues, una multitud ingente de stirnerianos confesos o secretos,
aunque sólo sea porque una u otra vez toparon con la obra del filósofo
posthegeliano, fuese para quedar presos de ella (caso del situacionismo y
de Mussolini) o para pelearse en profundidad con él (Nietzsche,
Marx...).
A veces Stirner ha sido leído como un “egoísta radical” (por aquello de
que: «Egoísta es no atribuir a nada un valor propio o “absoluto” sino
buscar siempre en mi su propio valor.») Otras veces aparece como un
develador del poder para el que «todo Estado es despótico, sea uno el
déspota, sean muchos o sean incluso todos, como sucede en una república
donde cada cual tiraniza al otro.» Pero también la derecha más extrema
lo ha reivindicado como valedor de la singularidad –más incluso de la
“singularidad que del individualismo– en el tiempo de las masas. Que
alguien identifique al “Yo” con la “Propiedad” no deja de resultar
francamente aristocrático.
Además de «pecar contra el concepto de Estado» y de «revelarse ante el
concepto de ley» sobrevalorando la individualidad, STIRNER es el autor
excesivo que anuncia la llegada del nihilismo y del antihumanismo –por
la propia sobrevaloración del Yo, incluso en la ceguera de la
racionalidad. Por eso tal vez merece ser leído cuando el antihumanismo
triunfa vestido, precisamente, de exaltación del Yo.
Hay dos tendencias muy distintas a la hora de leer el que fue el único
libro de STIRNER: EL ÚNICO Y SU PROPIEDAD (1844) –aunque tal vez sería
mejor traducir DER EINZIGE UND SEIN EIGENTUM como «El ego y su
propiedad», dicho sea de paso.
Por una parte, STIRNER sería un anarquista y un teórico de la
concepción libertaria del mundo. Esa es la tesis que defendió su único
discípulo, John Henry MACKAY (1864-1933) que, por cierto, se suicidó en
Berlín a los pocos días de la famosa quema de libros de mayo de 1933, y
cuyo archivo se encuentra hoy en Moscú. Sin embargo, esta lectura puede
resultar excesivamente forzada porque STIRNER sería más un solipsista
que un anarquista. Su obra está más cerca de la Insurrección
individualista que de la Anarquía en la medida que ni siquiera acepta la
existencia de una entidad llamada “pueblo”, pues, «”Pueblo” es el
nombre del cuerpo y “Estado” es el nombre del espíritu.» Stirner, por lo
demás escribió frases que no parecen nada libertarias como ésta, por
ejemplo: «se oyen grandes recriminaciones a propósito de los “daños
milenarios” que los ricos habrían cometido en su enfrentamiento con los
pobres. Como si los ricos tuviesen la culpa de la existencia de la
pobreza y los pobres no la tuviesen en la misma medida de la existencia
de la riqueza.» Que Proudhon o Bakunin lo silencien posiblemente indica
que jamás vieron claro el anarquismo stirneriano, aunque simpaticen más o
menos con la hipótesis según la cual: «todo lo sagrado es un lazo, una
cadena.»
En todo caso siempre ha habido una corriente de socialismo
individualista que ha asumido con Jean Jaurès en un artículo en la
revista SOCIALISME ET LIBERTÉ de 1898 (dos años antes de la muerte de
Nietzsche) que «el socialismo es la afirmación suprema del derecho
individual», en la medida en que el capitalismo y la máquina representan
la negación de la individualidad. La paradoja de que la supuesta
revolución liberadora en realidad no logró más que esclavizarnos todavía
de una manera más zafia está, de hecho, implícita –y explícita– en la
argumentación de EL ÚNICO Y SU PROPIEDAD.
Una segunda lectura posible de la obra de Stirner es la de quienes se
le acercan en clave existencialista. Así se pondría de relieve la
significación de un ateísmo consecuente, capaz de enfrentarse a quienes
desde el racionalismo no logran asumir con radicalidad las consecuencias
de haber abandonado «el círculo mágico de cristianismo.» Es conocida la
frase stirneriana: «nuestros ateos son gente piadosa.» Así STIRNER
representaría la auténtica opción de quienes pretenden «filosofar con el
martillo.» Si hay alguien que haya planteado qué significa ser
«propietario de mi propio poder» y que reivindique la propia
singularidad en «lo efímero mortal» ese es Max. Hoy todavía se critica
en EL ÚNICO Y SU PROPIEDAD ese punto “frenético” que anuncia el vacío
existencial de Sartre.
Es bien sabido que uno de los pocos argumentos realmente valiosos para
evitar el vértigo y el sin sentido de la Nada existencial sería la
existencia de un derecho que cobija, ni que sea temporalmente las
relaciones humanas bajo el paraguas de la racionalidad. Pero STIRNER
pretende mostrar que la concepción del derecho deriva directamente del
concepto de «Espíritu» («ya sea este Espíritu de la naturaleza, de la
especie, de la humanidad, o de Dios, de Su Santidad de su Eminencia,
etc.») Lo que la izquierda hegeliana anuncia –es decir el hecho de la
dinámica social acelerada que vive de su propia destrucción– se realiza
en Marx bajo la forma de una teoría de la historia que creará un nuevo
“sentido existencial” (superando así el vértigo mediante la nueva
ciencia del materialismo histórico) o se asume como tal nihilismo en
STIRNER.
No puede pasarse por alto la hipótesis, defendida por algunos
“marxólogos” que ven en el debate con STIRNER una de las motivaciones
del origen del materialismo histórico. Lo que Engels despachaba como «un
caso curioso» [en LUDWIG FEUERBACH Y EL FIN DE LA FILOSOFÍA CLÁSICA
ALEMANA, (1888)] sería en realidad mucho más que eso: toda la teoría
marxista de la historia vendría a constituir así un mecanismo racional y
objetivador que permite escapar del lenguaje moralizante,
irracionalista y subjetivo de EL ÚNICO Y SU PROPIEDAD. La auténtica
polémica sería, pues, la de quienes construyen un artefacto histórico y
lógico (los marxistas) contra quienes negan la trascendencia y la
racionalidad de la historia, en la medida que la consideran un mal
remedo del viejo concepto de lo “divino”.
Uno de los hallazgos más radicales de STIRNER consiste, precisamente, en
distinguir entre lo que somos (hombres con minúscula) y lo que nos
engañamos al pretender ser –y que por lo tanto nos esclaviza– es decir
«Hombres» con mayúscula. Así frente a quienes veían a la clase obrera
como la nueva comunidad salvadora, STIRNER escribe: «No, la comunidad
como “objetivo” de la historia, hasta el presente es imposible.
Deshagámonos cuanto antes de toda ilusión hipócrita acerca de ello, y
reconozcamos que si como Hombres somos iguales, iguales no lo somos,
puesto que no somos Hombres.»
También podría hablarse de un STIRNER postkantiano que toma
radicalmente “por los cuernos” (con perdón) la hipótesis kantiana de la
«autonomía» hasta decidir que lo único que posee un valor radicalmente
autónomo y antiinstrumental es el Yo absoluto e incondicionado,
inevitablemente aristocrático.
E incluso cabría recoger un STIRNER irónico en la tradición más pura
del cinismo antiguo, cuando dice aquello de:«Los crímenes surgen de la
ideas obsesivas. El matrimonio es una idea obsesiva.»
¿Para qué leer hoy El único y su Propiedad?
Tal vez para retener en sus páginas algunas intuiciones profundas sobre
la forma como el Poder –escríbase en este caso con mayúscula– es capaz
de construir súbditos. Si la respuesta de STIRNER parece algo ingenua,
su pregunta sobre cómo nos constituimos y nos identificamos a nosotros
mismos desde el poder –y desde sus máscaras, que incluso a veces pueden
parecer filantrópicas– está en el centro de las preocupaciones de
quienes quieren preservar la libertad individual en los tiempos del
control informacional del mundo.
Hoy sabemos que incluso quienes luchan «contra» el Poder, luchan «por»
el poder. Y eso da a STIRNER una actualidad inquietante. Pero además
STIRNER nos muestra que el nihilismo no es sólo un estado de
desvanecimiento y de falta de sentido. Hay un nihilismo narcisista que
hoy se aprovecha hábilmente en la política como en las técnicas del
marketing. Tal vez en sus páginas hay profundas intuiciones sobre ello.
Stirner rechazaba toda integración política y social del individuo, pues
consideraba que entidades como el Estado, la sociedad o las clases eran
meras abstracciones sin contenido real. En cambio, defendía el egoísmo
radical del yo empírico y finito, desligado de cualquier codificación
moral, como verdadera realización del individuo. Entre sus obras hay que
destacar El Único y su propiedad (1845) e Historia de la reacción
(1852).
En 1826 inició los estudios universitarios en Berlín, y siguió los
cursos de filosofía y teología; por aquel entonces pudo asistir a las
lecciones de Hegel. En 1828 interrumpió su actividad de estudiante, que
reanudó de 1832 a 1834 en Erlangen y Königsberg. En 1835 obtuvo la
habilitación para la enseñanza. Establecido en Berlín, vivió
modestamente, y fue profesor de una escuela femenina. En 1840 empezó a
frecuentar el "círculo de los libres", que reunía a los intelectuales de
ideas más avanzadas.
En su obra principal, El Único y su propiedad (1845), discute duramente
con Hegel y los representantes de la izquierda hegeliana, a cuyas
concepciones universalistas opone la exaltada afirmación del individuo,
el "derecho del más fuerte". Para Max Stirner la humanidad supone una
abstracción, un concepto vacío; según él, lo único concreto es el
individuo, que permanece tal en tanto no se propone fines universales,
antes bien, se considera él mismo como "única" finalidad posible ("yo no
tiendo a nada").
El punto de partida de la obra es la negación de Dios. Dios es un ente
ficticio creado por el hombre, especialmente por el hombre que inventó
la religión. En el momento que surge la religión y su secuela -Dios-, el
hombre reniega ya de su libertad para someterse al paradójico dominio
de aquel ente de su propia creación. No importa que Dios sea sustituido
por el Estado o la familia, pues el problema es el mismo: la
divinización. El hombre sólo puede ser libre cuando rompe con la
religión y con la política, es decir, con el fetichismo.
El centro de toda la reflexión de Stirner es el hombre, pero no
entendido como entidad abstracta. Tampoco le interesa el hombre
colectivo, es decir, la humanidad. Tan sólo le importa el hombre
concreto, él mismo, el yo, o sea, el único. Para ello se practicará un
egoísmo sin límites, repudiando la moral engañosa del espíritu de
sacrificio, trampa colocada por los sistemas religiosos y
humanitaristas. Stirner rechaza los movimientos sociales (también a los
que cabría calificar de humanitarios y altruistas, incluido el
socialismo), siempre en nombre del principio inviolable de la libertad
personal. Las teorías sociales, desde el más absoluto conservadurismo
hasta el socialismo mejor organizado, pasando por el liberalismo, no son
más que nuevos fantasmas que alienan al hombre particular. Tienen un
factor común: la asfixia de la única propiedad que tiene el hombre, que
es él mismo.
Esta posición presenta varios vínculos históricos, por cuanto parte de
una crítica al criterio de humanidad de Feuerbach, refunde algunos
motivos individualistas de Proudhon y se halla influida en ciertos
aspectos por la filosofía de Nietzsche; sin embargo, permanece
esencialmente aislada en su originalidad, que es también su limitación
interna.
El libro en cuestión obtuvo cierta popularidad, y facilitó principios
teóricos al anarquismo de la segunda mitad del siglo pasado; no
obstante, en el momento de su aparición provocó una oleada de
menosprecio y reprobación en los ambientes de la cultura oficial que
aisló todavía más al autor. Éste se ganó entonces el sustento mediante
las traducciones; entre otras obras, tradujo La riqueza de las naciones,
de A. Smith. No participó en la agitación de 1848, pero tras las
represiones de 1852 escribió una Historia de la reacción (1852). Otros
textos suyos de carácter circunstancial y polémico (Obras menores)
fueron publicados luego de su muerte por J. H. Mackay.
Citas de Stirner:
«La libertad no puede ser concedida graciosamente; tiene que ser conquistada gloriosamente».
"Yo he basado mi causa en nada".
Fuente: El único y su propiedad.
"Yo no soy Nada, en el sentido de vacío; pero soy la Nada creadora, la Nada de la que mi Yo creador lo crea Todo".
Fuente: El único y su propiedad.
Lo divino es la causa de Dios; lo humano, la causa del hombre. Mi causa
no es divina ni humana, no es ni lo Verdadero, ni lo Bueno, ni lo Justo,
ni lo Libre, es lo mío, no es general, sino única, como Yo soy Único.
Fuente: El único y su propiedad.
"Yo recibo todo del Estado. ¿Puedo tener alguna cosa sin permiso del
Estado? No, todo lo que podría obtener así, me lo arrebata advirtiendo
que carezco de títulos de propiedad: todo lo que poseo lo debo a su
clemencia. La burguesía se apoya únicamente en los títulos. El burgués
sólo es lo que es, gracias a la benévola protección del Estado. Tendría
que perderlo todo si el poder del Estado llegara a desplomarse. Pero,
¿cuál es la situación del desposeído en esta bancarrota social del
proletariado? Como todo lo que tiene, y lo que podría perder, se escribe
con un cero, no tiene para ese cero ninguna necesidad de la protección
del Estado. Por el contrario, sólo puede ganar si esa protección llegase
a faltar a los protegidos".
Fuente: El único y su propiedad.
"Los obreros disponen de un poder formidable y cuando lleguen a darse
bien cuenta de él y se decidan a usarlo, nada podrá resistirles. Bastará
que cesen todo trabajo y se apropien de todos los productos de su
trabajo, que los consideren.y los gocen como propios. Éste es el sentido
de los motines obreros que vemos estallar casi por todas partes".
Fuente: El único y su propiedad.
"¿Cómo podéis ser verdaderamente únicos, si existe en vosotros la menor
huella de dependencia, la menor cosa que no sea Vosotros y nada más que
Vosotros? ¡Mientras permanezcáis encadenados unos a otros, no podréis
hablar de Vosotros en singular, mientras os una un lazo, seguís siendo
un plural; de vosotros doce hacéis la docena, mil formáis un pueblo y
algunos millones la Humanidad!".
Fuente: El único y su propiedad.
"Tienes el derecho de ser lo que tú tienes poder de ser. Sólo de mí
deriva todo derecho y toda justicia: tengo el derecho de hacerlo todo,
en tanto que tengo el poder para ello".
Fuente: El único y su propiedad.
"Mi voluntad individual es destructora del Estado".
Fuente: El único y su propiedad.
"La voluntad individual y el Estado son potencias enemigas entre las que es imposible una paz eterna".
Fuente: El único y su propiedad.
"El Señor es un producto del siervo. Si la sumisión llegara a cesar, ello sería el fin de la dominación".
Fuente: El único y su propiedad.
"El poder del Estado emplea la fuerza, el individuo no debe hacerlo. En
manos del Estado la fuerza se llama derecho, en manos del individuo
recibirá el nombre de crimen".
Fuente: El único y su propiedad.
"El pueblo ha muerto, Yo me abro a la vida".
Fuente: El único y su propiedad.
"Ante el Propietario Supremo, venimos a ser todos indigentes iguales.
Hasta el presente, alguien puede ser un pordiosero, un pobre diablo,
respecto a su vecino, en adelante toda distinción se borra, pues todos
son indigentes, y la sociedad comunista se resume en lo que puede
llamarse la indigencia generalizada".
Fuente: El único y su propiedad.
"El Estado me da una educación y una instrucción adecuada a él y no a mí".
Fuente: El falso principio de nuestra educación, o Humanismo y Realismo.
"Y el hecho mismo de mantener la libertad de la enseñanza en los límites
convenientes, el Estado consigue su objeto en la libertad de pensar,
porque las gentes, en lo general, no piensan más allá que lo que sus
maestros han pensado".
Fuente: El falso principio de nuestra educación, o Humanismo y Realismo.
Primer redescubrimiento.
En 1882 aparece una segunda edición de la principal obra de Stirner,
"Der Einzige und sein Eigentum" de la mano de Otto Wigand. Uno de sus
primeros lectores de este período será el médico y escritor alemán Oskar
Panizza, quien en 1895 escribe un ensayo bajo la influencia de la
filosofía de Stirner, "Der Illusionimus und die Rettung der
Persönlichkeit", dedicado de hecho “a la memoria de Stirner”. A partir
de 1893 se publicarán varias ediciones de la obra de Stirner por parte
de Reclams Universalbibliothek.
En 1896 empieza a publicarse en Alemania el periódico "Der Eigene", de
la mano de Adolf Brand (1874-1945), que recogerá en sus primeros
números el legado intelectual de Stirner, si bien a partir de 1898
pasará a dedicarse principalmente a la defensa de los derechos de los
homosexuales. La obra despierta de nuevo un breve interés, prueba de
ello por ejemplo son las primeras traducciones, la primera al francés en
1899 por Robert L. Reclaire, seguida en 1900 de la segunda de Henri
Lasvignes y en 1901 la primera al español, realizada por Dorado Montero
(año en el que también aparece la tercera edición alemana de Wigand), a
las que siguen las primeras traducciones al italiano de Ettore Zoccoli.
Tras la muerte del filósofo alemán Nietzsche en 1900 se plantea desde
distintos autores la paternidad última de algunas de las ideas
atribuidas al mismo. Un contemporáneo a los hechos, Hartmann,
argumentará que Nietzsche habría conocido la obra de Stirner, pues en su
"Segunda Consideración Intempestiva", "Vom Nutzen und Nachtheil der
Historie für das Leben" (Sobre la utilidad y los perjuicios de la
historia para la vida), 1874, había criticado exactamente aquellos
pasajes de la obra de Hartmann en los que se rechazaba explícitamente la
filosofía de Stirner. Hartmann resalta además el paralelismo de ciertos
pensamientos, y plantea entonces la pregunta de por qué Nietzsche, si
bien conoció la obra de Stirner (las investigaciones de Franz Overbeck
mostraron que en 1874 Nietzsche prestó a su alumno Baumgartner la obra
de Stirner, sacada de la Biblioteca de Basilea, y posteriormente otros
muchos testimonios incidirían en la misma dirección) y su influencia se
proyecta reconocible en ciertos pasajes pese a la deformación
nietzschiana, sin embargo lo silenció sistemáticamente.
En 1902 muere la ex-esposa de Stirner, Marie Dähnhardt, quien tras la
ruptura de la pareja se convierte al catolicismo y se instala en
Londres. En 1903 se crea en Alemania la sociedad homosexual
"Gemeinschaft der Eigenen", inspirada parcialmente en algunos principios
ideológicos stirnerianos y en la que participan Adolf Brand y el
escritor John Henry Mackay, entre otros.
Pedro González Blanco publica una segunda traducción al español en 1905,
un año después aparece la primera traducción y edición en ruso, al
inglés la hará Steven T. Byington, editada por Benjamin R. Tucker en
1907, el mismo año en que aparece la segunda edición en ruso, al
italiano en 1909 y al sueco en 1910.
En un punto tan distante geográfica y socialmente de los principales
focos de difusión de su obra como Rusia, aparece de nuevo la sombra de
Stirner por la misma época y coincidiendo con la traducción y edición de
su principal ensayo en ruso; concretamente de la mano del poeta y
escritor Pável Dimítrievich Turchanínov (más conocido por su seudónimo,
Lev Chorni), quien escribe en 1907 la obra, "Nóvoe napravlénie v
anarjizme: assotsiatsiónnyi anarjizm" (La nueva dirección anarquista:
anarquismo asociacional), publicada ese mismo año modestamente en Moscú,
y reeditada en Nueva York en 1923. Jun Tsuji fue un anarquista japonés,
epicureista y dadaista, músico de Shakuhachi, actor, y bohemio el cual
después de descubrir la filosofía de Stirner procedió a traducir El
Único y su propiedad al idioma japonés. Stirner también influenció al
activista y escritor anarquista japonés Sakae Osugi quien también
recibió la influencia de Henri Bergson, Pedro Kropotkin, y Georges
Sorel. El historiador anarquista, Angel Cappelletti, reporta que en
Argentina:
Entre los trabajadores llegados de Europa en las dos primeras décadas
del siglo, había curiosamente varios individualistas stirnerianos
influidos por la filosofía de Nietzsche, que veían al sindicalismo como
un potencial enemigo de la ideología anarquista. Constituyeron... grupos
de afinidad que en 1912 llegaban, según Max Nettlau, al número de
veinte. En 1911 apareció, en Colón, el periódico El Único, que se
autodefinía como ´Publicación individualista´"
También en el cono sur americano Biófilo Panclasta, escritor, activista
político y anarquista individualista colombiano, se consideró un
individualista muy de la mano de la idea del superhombre de Nietzsche
así como fue seguidor de Stirner. Por su parte, el egoísmo también
influenció a un sector anarquista comunista estadounidense,
especialmente aquel relacionado a Emma Goldman y Max Baginski en su
revista Mother Earth, quienes a su vez reconocieron sus influencias
filosóficas en Stirner y políticas en Piotr Kropotkin. Bagisnki en un
ensayo titulado "Stirner: The Ego and His Own" (1907) publicado en
Mother Earth afirma que:
En forma total y desde el corazón los comunistas están de acuerdo con
Stirner cuando coloca la palabra "tomar" en vez de la palabra "demandar"
- esto lleva a la disolución de la propiedad, a la expropiación. El
individualismo y el comunismo así van de la mano.
Paralelamente, surge en EE. UU. un grupo de escritores que se
arremolinan en torno al periódico Liberty (1881-1908), como Benjamin R.
Tucker, Dora Marsden o George Schumm que desde planteamientos
individualistas impregnados del liberalismo ambiental asumen posturas
cercanas a la stirneriana, algunos de los cuales también escribe para
los periódicos Egoism (1890-1897), The Freewoman (1913), The New
Freewoman (1913) o The Egoist (1914). Cabe citar el ensayo de James L.
Walker, "The Philosophy of the Egoism" (La filosofía del egoísmo),
publicada en 1905, como un continuador potencial de la corriente
stirneriana.
A este redescubrimiento de su obra colabora notablemente el poeta y
escritor británico-escocés J. H. Mackay, quien entre 1889 y 1933 se
esforzará en su divulgación y escribirá además su primera biografía,
destacando de su producción quizá textos como "Die Anarchisten" (Los
Anarquistas) de 1891, la edición de lujo de "Der Einzige und sein
Eigentum" de 1911, "Max Stirner, Sein Leben und Sein Werk" (Max Stirner,
su vida y su obra), de 1914 y "Der Freiheitsucher" (Los buscadores de
libertad), de 1921.
El escritor alemán Bruno Traven editará entre 1917 y 1919 una revista
dedicada a la difusión de la filosofía stirneriana, Der Zielgelbrenner.
En ese país también apareció la publicación Der Einzige en 1919,
prologándose hasta 1925, la cual fue editada por los primos Anselm Ruest
(pseud. de Ernst Samuel) y Mynona (pseud. de Salomo Friedlaender). El
título de la publicación proviene del nombre en alemán del principal
ensayo de Stirner. La publicación también estaba influenciada por
Friedrich Nietzsche y estaba conectada a la expresión artística del
expresionismo y la transición desde ésta hacia el dada
En Nueva York el stirneriano exiliado italiano Enrico Arrigoni editó la
publicación anarcoindividualista ecléctica Eresia en 1928 y
posteriormente será un miembro a largo plazo del Libertarian Book Club
en esa misma ciudad.
El impacto de su obra se deja sentir durante estos años en los
anarcoindividualistas franceses (Émile Armand, Albert Libertad, Georges
Palante) y españoles (Federico Urales, Miguel Giménez Igualada). Una de
las últimas reediciones destacables de este período será la edición en
español de "Der Einzige und sein Eigentum" de 1937 de Miguel Giménez
Igualada.
Segundo redescubrimiento.
Tras la II Guerra Mundial se produce un lento y progresivo
redescubrimiento de la figura y obra de Stirner. Más avanzados en el
tiempo podemos citar a Sidney E. Parker, quien entre 1963 y 1993 edita y
publica una serie de periódicos: "Minus One", "Egoist", y "Ego",
recogiendo y ampliando las tesis stirnerianas. Influyó también en
algunos de los autores de la Internacional Situacionista (1957-1972), y
de manera más o menos determinante en muchos otros, como el escritor
absurdista Albert Camus o el filósofo alemán-mexicano Horst Matthai
Quelle.
El libro será criticado y respondido contemporáneamente a través de
diferentes artículos por los filósofos de la corriente intelectual de
los Jóvenes Hegelianos, principalmente Szeliga (“Der Einzige und sein
Eigenthum”. Von Max Stirner. Kritik, 1845), Moses Hess (Die letzten
Philosophen, 1845), Ludwig Feuerbach (Über das “Wesen des Christenthums”
in Beziehung auf den “Einzigen und sein Eigenthum”, 1845) – a los que
Stirner replicará en "Recensenten Stirners", publicado en "Wigand's
Vierteljahrsschrift" en 1845 –; Bruno Bauer (Charakteristik Ludwig
Feuerbachs; cap. Feuerbach und der Einzige, 1845), Karl Marx y Friedrich
Engels (Sankt Max, en Die deutsche Ideologie, ms. 1846, publicado en
1932) y Kuno Fischer (Moderne Sophisten, 1847), crítica esta última a la
que Stirner responderá en Die Philosophischen Reaktionäre, 1847.
También otros autores, como el estadounidense Saul Newman o los alemanes
Bernd A. Laska y Sabine Scholz han colaborado en la recuperación del
pensamiento de Stirner en los años finales del siglo XX y primeros del
XXI, principalmente en el marco de iniciativas como el grupo
Max-Stirner-Archiv Leipzig y otros. Una fuerte relación existe entre la
tendencia anarquista estadoundense conocida como anarquía postizquierda y
los escritos de Stirner. Jason McQuinn dice que "cuando yo (y otros
anarquistas anti-ideológicos critican la ideología, es siempre desde una
perspectiva anarquista específicamente crítica basada en la filosofía
escéptica anarco-individualista de Max Stirner.
También Bob Black y Feral Faun/Wolfi Landstreicher se adhieren al
anarquismo egoísta stirneriano. Bob Black ha sugerido humorísticamente
la idea de un "stirnerismo marxista". Hakim Bey ha manifestado que "De
la ´Unión de egoístas´ de Stirner procedemos al círculo de ´espíritus
libres´ de Nietzsche y desde allí a las ´series pasionales´ de Charles
Fourier doblandonos y redoblandonos a nosotros mismos inclusive mientras
el Otro se multiplica a si mismo en el eros del grupo". Hakim Bey
escribió además que "Como los Stirneristas Italianos (quienes nos han
influenciado a través de nuestro amigo desaparecido Enrico Arrigoni)
nosotros apoyamos a todas las corrientes anti-autoritarias, a pesar de
sus aparentes contradicciones." Tanto el insurrecionalista
estadounidense Wolfi Landstreicher como el italiano Alfredo Bonanno han
sido influenciados por Stirner.
Obras, algunas traducciones y ensayos relacionados.
En vida de Max Stirner
(1834)| Ueber Schulgesetze.
(1841)| Colaboraciones en "Die Eisenbahn".
(1842)| Colaboraciones en "Die Eisenbahn", "Leipziger Allgemeine Zeitung" y "Rheinische Zeitung".
(1842)| Das unwahre Princip unserer Erziehung, oder Humanismus und Realismus.
(1842)| Christentum und Antichristentum.
(1842)| Über die Verpflichtung der Staatsbürger zu irgendeinem Religionsbekenntnis.
(1842)| Kunst und Religion.
(1842)| Gegenwort.
(1842)| Über Bruno Bauers “Posaune des jüngsten Gerichts”.
(1843)| Colaboraciones en "Berliner Monatsschrift".
(1843)| Einiges Vorläufige vom Liebesstaat.
(1843)| “Die Mysterien von Paris” von Eugène Sue.
(1844)| Der Einzige und sein Eigenthum. (1ª edición de Otto Wigand)
(1845)| * [Szeliga - “Der Einzige und sein Eigentum” von Max Stirner (Ensayo).]
(1845)| * [Moses Hess - Die letzten Philosophen (Ensayo).]
(1845)| * [Ludwig Feuerbach - Über das “Wesen des Christentums” in Beziehung auf den “Einzigen und sein Eigentum” (Ensayo).]
(1845)| * [Bruno Bauer - Feuerbach und der Einzige (Charakteristik Ludwig Feuerbachs) (Ensayo).]
(1845)| Recensenten Stirners.
(1846)| * [Karl Marx y Friedrich Engels - Sankt Max (en Die deutsche Ideologie) (Ensayo) (publicado en 1888).]
(1846)| * [Kuno Fischer - Die modernen Sophisten (Ensayo).]
(1847)| Die Philosophischen Reaktionaere.
(1847)| Traducción del ensayo de Adam Smiths "The Wealt of Nations"
(1847)| Traducción del ensayo de Jean Baptiste Say "Traité d'Economie Politique"
(1848)| Colaboraciones en "Journal Des Österreichischen Lloyd".
(1852)| Geschichte der Reaktion.
Bibliografía:
http://es.wikipedia.org/wiki/Max_Stirner. "Max Stirner".
http://es.wikipedia.org/wiki/El_%C3%BAnico_y_su_propiedad. "El Único y su propiedad".
http://es.wikiquote.org/wiki/Max_Stirner. "Max Stirner".
http://www.biografiasyvidas.com/biografia/s/stirner.htm. "Max Stirner".
http://www.alcoberro.info/planes/stirner1.htm. INTERVENCIÓN DE RAMON
ALCOBERRO EN UN SEMINARIO DE LECTURA DE «EL ÚNICO Y SU PROPIEDAD»;
BARCELONA, FEBRERO 2007.
La Foto de Hoy:
La Caricatura del Día:
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