29/01/2015. Servicio de Noticias de Avanzada Venezolana (AV)
Por Kelder Toti.
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Las Columnas de Opinión:
El Viriato Portugués:António de Oliveira Salazar.
Por Kelder Toti.
António de Oliveira Salazar (Vimieiro, Santa Comba Dão, Portugal, 28 de
abril de 1889 - Lisboa, Portugal, 27 de julio de 1970), fue un dictador
portugués.
Ejerció como Primer Ministro entre 1932 y 1968 e
interinamente la Presidencia de la República en 1951. Fue la cabeza y
principal figura del llamado Estado Novo, que abarcó el periodo
1926-1974, si bien el régimen no se consolidó como tal hasta 1933.
Nació en Vimieiro, siendo el único hijo varón de cinco de una modesta
familia de campesinos, en el año 1905 entró como seminarista en Viseu;
en aquel tiempo era conocido despectivamente como "el hijo de Manholas".
Dándose cuenta de su falta de vocación religiosa e involucrado en el
agitado ambiente político que surge en Portugal a raíz del asesinato del
rey Carlos I, se mudó a Coímbra para estudiar Derecho (1910). En 1914
obtuvo el título de bachiller en Derecho y en 1916 asistente de Ciencias
Económicas. Asumió la regencia de la cátedra de Economía Política y
Finanzas en 1917 por invitación del profesor José Alberto dos Reis,
antes de doctorarse en 1918.
Durante este período en Coímbra materializa su inclinación por la
política en el Centro Académico de la Democracia Cristiana, donde traba
algunas amistades, como la del que será después Cardenal Patriarca de
Lisboa, Manuel Gonçalves Cerejeira, con quien compartió alojamiento en
la "República dos Grilos" en Coimbra ('"república"' es el nombre
informal que se da a las residencias o albergues estudiantiles). Combate
el anticlericalismo de la Primera República con artículos de opinión
que escribe para periódicos católicos. Acompaña a Cerejeira en palestras
y debates.
Estudia a Maurras, Le Play y las encíclicas sociales de León
XIII y va así consolidando su pensamiento y desarrollándolo en sus
artículos. Sus opiniones y contactos en el Centro Académico de la
Democracia Cristiana le llevarán en 1921 a presentarse como diputado al
Parlamento por la ciudad norteña de Guimarães. Tras ser elegido, y sin
encontrar en ello motivación alguna, regresó a la Universidad pasados
exactamente dos días, tal como había prometido a sus amigos. Se mantiene
en su cátedra hasta 1926, escribiendo y dando conferencias.
Llegada al poder.
Con la crisis económica y la agitación política de la I República (que
se prolongó incluso después de la Revolución Portuguesa de 1926), la
dictadura militar llama a Salazar en junio de 1926 para asumir la
cartera de Ministro de Finanzas. Salazar había exigido manos libres para
decidir en los asuntos de su negociado; de lo contrario, prometió dejar
la cartera y volverse "en el primer tren que saliese para Coimbra". Así
fue.
Pasados trece días Salazar renuncia al cargo por no habérsela
satisfecho las condiciones que consideraba indispensables para su
ejercicio y vuelve a su cátedra en la Universidad de Coímbra
En 1928, tras la elección del presidente António Carmona y en vista del
fracaso de su antecesor en conseguir un abultado préstamo externo con
vistas al equilibrio de las cuentas públicas, Salazar vuelve a asumir la
cartera.
De inmediato Oliveira Salazar exigió controlar los gastos e
ingresos de todos los ministerios. Satisfecha la exigencia, impuso una
fuerte austeridad y riguroso control de las cuentas, consiguiendo un
superávit en las finanzas públicas tras el ejercicio económico de
1928-29, y esforzándose en mantener un presupuesto equilibrado, al
extremo de recortar severamente los gastos del Estado. "Sé muy bien lo
que quiero y a dónde voy" declaró en su toma de posesión.
En la prensa favorable a Salazar, sería muchas veces retratado como
salvador de la patria debido a que, tras muchos años de dificultades, la
economía portuguesa no sufría de déficit presupuestario desde 1928.
Este hecho, considerado una proeza, hizo ganar a Salazar un gran
prestigio entre las corrientes de la derecha republicana, de los
monárquicos y de los católicos.
Posteriormente, la propaganda y la manipulación política se utilizaron
para consolidar su poder, mientras Salazar amenazaba nuevamente con su
renuncia en caso de que la derecha portuguesa sugiriese limitar sus
poderes. Para esas fechas, la economía portuguesa había dejado atrás el
déficit y los gravosos empréstitos contratados en el extranjero, y las
fuerzas armadas y la élite financiera apoyaban a Salazar, temiendo
sufrir nuevamente el caos financiero de la Primera República Portuguesa.
Incluso el Presidente de la República, el general Carmona, consultaba a
Salazar antes de cada remodelación ministerial.
Mientras la oposición democrática se desvanecía en sucesivas pugnas
internas sin éxito, se procuraba dar rumbo a la Revolución Nacional
impuesta por la dictadura militar surgida desde 1926. Salazar,
rechazando el regreso al parlamentarismo de la República, proporciona la
solución: crea la Unión Nacional, un movimiento político nacional (en
la práctica un partido único) aglutinador de todos cuantos quisieran
servir a la patria.
En 1932, tras la dimisión de varios Primeros Ministros y ya con una
consolidada figura en el gobierno, Salazar asume el cargo de Primer
Ministro de Portugal. Ese año se lanza el proyecto para crear una nueva
Constitución, y Salazar llamaría a un grupo de notorios profesores
universitarios para crearla, modelando un texto fuertemente autoritario y
centrado en los poderes del Primer Ministro. En 1933 luego de someter a
plebiscito la Constitución, ésta se aprueba y entra en vigor, naciendo
así el Estado Novo y también el Salazarismo.
Gobierno y Estado Novo:
El hombre de Estado más completo, el más digno de respeto que he
conocido es Salazar. Lo considero una personalidad extraordinaria por su
inteligencia, su sentido político, su humanidad... Su único defecto es
probablemente la modestia.
Francisco Franco, entrevista, 13 de enero de 1958, Le Figaro.
Con la Constitución de 1933, Salazar instituyó y consolidó el Estado
Novo, un régimen nacionalista corporativo con amplios poderes conferidos
al ejecutivo en el control del Estado. La cuestión del tipo de régimen
(monarquía o república) es sutilmente dejada de lado, mientras los
cargos de poder eran distribuidos entre las dos corrientes. El régimen
adopta una forma muy leve de fascismo basado en el de Benito Mussolini
(por esto muchos ni siquiera lo consideran fascista) y afirma los
valores nacionales y su defensa, sacrificando la libertad individual en
beneficio de lo que se consideraba el interés superior de la Nación.
El Estado Novo (en español, Estado Nuevo o Nuevo Estado), llamado
también Segunda República o República Corporativa, es el nombre del
régimen político autoritario y corporativista que estuvo en vigor
durante 48 años en Portugal sin interrupción, aunque con alteraciones de
forma y contenido, como en 1933 con la aprobación de una Constitución
por referéndum nacional, hasta 1974 con la Revolución de los Claveles en
abril y tras un período turbulento llevaron a Portugal a la democracia.
Es también llamado Salazarismo, aunque este último término pueda también
ser aplicado al periodo en que António de Oliveira Salazar gobernó, es
decir, desde su ascenso al cargo de Presidente del Consejo de Ministros
en 1932, hasta su sustitución por enfermedad en 1968 por Marcelo
Caetano. Fue una de las dictaduras más duraderas de Europa Occidental.
La dictadura portuguesa (incluyendo la dictadura militar -1926 a 1933- y
la Segunda República -1933 a 1974) duró 48 años.
El Estado Novo (1933-1974) fue un régimen autoritario, corporativista,
conservador, tradicionalista, colonialista, nacionalista y
tercerposicionista, por ende antiliberal, antiparlamentario,
anticomunista, instituido bajo la dirección de António de Oliveira
Salazar, un conservador y tradicionalista católico muy influenciado por
Charles Maurras y por las encíclicas del Papa León XIII (especialmente
la Rerum Novarum) y de otros Papas.
El régimen se apoyaba en la censura,
la propaganda, las organizaciones juveniles (Mocidade Portuguesa) y
paramilitares (Legión Portuguesa), en el culto al Jefe y en la ideología
católica.
El Estado Novo presenta características de organización estatal,
esencialmente el Estado corporativo, semejantes a los regímenes
fascistas instituidos por Benito Mussolini en Italia, Adolf Hitler en
Alemania o Hirohito en Japón, pero suele considerarse que el Estado Novo
no fue un régimen fascista convencional por la falta de un movimiento
fascista de masas autónomo y porque Salazar apreciaba el tradicionalismo
católico y desconfiaba del carácter modernista y pagano de los
fascismos. Se puede decir que es un régimen fascista con
particularidades o un régimen autoritario y corporativo de inspiración
integrista y fascista.
Algunas veces, el Estado Novo es simplemente llamado República
Corporativa (II República) debido a su principal característica: el
corporativismo de tercera posición. Salazar daba mucha importancia a
esta idea e intentó implantarla totalmente en Portugal.
Características del Estado Novo:
Tal como otros regímenes autoritarios de la época, el Estado Novo poseía
un lema para mostrar resumidamente su ideología y doctrina: "Deus,
Pátria e Família", idéntico al lema franquista "Dios, Patria y Familia".
El autoritarismo gubernamental. Ciertamente el régimen alegaba estar
limitado por el Derecho y por la moral católica; por eso el régimen no
se definía como totalitario al estilo fascista o nazi, pero sí estaba
sostenido por una dictadura donde la voluntad de Oliveira Salazar era la
fuente final de las decisiones gubernamentales, y donde la oposición
política estaba severamente prohibida.
Era contrario al liberalismo político, a pesar de la existencia de una
Asamblea Nacional (con funciones legislativas) y de una Cámara
Corporativa (con funciones meramente consultivas), con restringida
libertad de expresión.
No obstante, la Cámara y la Asamblea sólo
representaban a los sectores que apoyaban al régimen, organizados en la
União Nacional, partido único fundado por Salazar en 1931 y apoyo del
Estado Novo, que Caetano convertirá en Acción Nacional Popular (con
excepción del corto período en que estuvo integrada en ella una ala
liberal, en una fase crítica del fin del régimen). La unanimidad será la
tónica de estos órganos, visto que están compuestos exclusivamente por
simpatizantes del régimen y partidarios de la União Nacional.
En este régimen, el Gobierno controlaba el poder ejecutivo y legislativo
(puede decretar decretos-ley que se sobreponen a las leyes aprobadas
por la Asamblea Nacional), y a la vez los poderes del Gobierno están
fuertemente centralizados y reforzados en las manos del Presidente del
Consejo de Ministros ya que era él quien por su solo arbitrio decidía
los destinos de la Nación.
El Presidente de la República tiene funciones
meramente ceremoniales, y aunque formalmente podía escoger y sustituir
al Presidente del Consejo de Ministros, esto fue imposible pues Oliveira
Salazar cuidó que dicho cargo fuera siempre ocupado por un partidario
de la União Nacional, el partido único que se mantenía invariablemente
fiel al Presidente del Consejo de Ministros.
Escuela salazarista, con crucifijo y retratos del Presidente y de
Oliveira Salazar, enfatizando la lealtad al régimen. El culto al líder,
primero Oliveira Salazar, y después, sin gran éxito, Marcelo Caetano.
Durante el Estado Novo Oliveira Salazar era representado como un jefe
paternal, de maneras tranquilas, austero y eremita, "casado con la
Nación".
En tanto Salazar no era militar sino un político académico,
podía mostrarse sin las poses fastuosas y militaristas de sus congéneres
Francisco Franco, Benito Mussolini o Adolf Hitler; aunque Salazar no
promovía un culto de la personalidad en torno a sí, permitía que sus
subordinados lo mencionasen como el "Ungido de Dios", "Salvador de la
Patria" o "Redentor de la Nación".
Una ideología con un fuerte componente católico, asociándose el régimen a
la Iglesia Católica a través del Concordato de 1940 (revisado en 1975 y
finalmente sustituido por el Concordato de 2004); este concordato
concede vastos privilegios a la Iglesia a cambio de su férreo apoyo
político, parecido al tradicionalismo de la España franquista.
Un servicio de censura previa de las publicaciones periodísticas,
emisiones de radio y televisión, nacionales y extranjeras, prohibiendo
toda crítica a la doctrina e ideología del Estado Novo y defendiendo "la
moral y las buenas costumbres".
El régimen se apoyaba en la propaganda política (fundando el
Secretariado de Propaganda Nacional, el SPN) para difundir las "buenas
costumbres", la doctrina y la ideología defendida por el Estado Novo.
Se apoya también en las organizaciones juveniles (la Mocidade Portuguesa
fue la más famosa) para imponer entre los jóvenes la ideología
defendida por el régimen: obedecer y respetar al «Jefe», insistiendo en
la lealtad absoluta al Estado Novo.
Una policía política represiva (conocida como PIDE), omnipresente y
detentora de gran poder, que reprime de acuerdo con criterios de
selectividad, nunca responsabilizándose por crímenes de masas, al
contrario de sus congéneres italiana y especialmente alemana. Aunque no
recurre a los ataques masivos ni a los asesinatos colectivos, la PIDE
siembra el terror, el miedo y el silencio en la sociedad, en tanto los
opositores eran interrogados, torturados y llevados a prisiones lejos de
las grandes ciudades (Prisiones de Peniche y de Caxias) y eventualmente
a campos de concentración (Tarrafal) destinados a trabajos forzados.
Además de la PIDE, el régimen cuenta con organizaciones paramilitares
(Legión Portuguesa) para proteger al régimen de las ideologías
opositoras, principalmente el comunismo.
Un discurso y una política anticomunistas, tanto en el orden interno
como en el externo, que llevan al régimen a combatir el comunismo y a
aliarse con los Estados Unidos durante la Guerra Fría, ingresando en la
OTAN, en 1949.
El sistema educativo estaba controlado (una educación nacionalista e
ideológica) y centrado en la exaltación de los valores nacionales (el
pasado histórico, el gran Imperio Colonial Portugués, la religión, la
tradición, las costumbres, etc.), en la enseñanza y difusión de la
ideología estatal a los jóvenes; el régimen desconfiaba especialmente de
las personas con corrientes políticas diferentes pero dotadas además de
un nivel educativo alto.
Un proyecto nacionalista y colonial que pretende mantener a la sombra de
la bandera portuguesa vastos territorios dispersos por varios
continentes, "del Miño a Timor", pero rechazando la idea de la conquista
de nuevos territorios (al contrario del expansionismo nazi o italiano).
Más bien el colonialismo portugués es víctima de la política de
conquista ajena (como el caso de Timor invadido por Indonesia) o de los
movimientos independentistas en África y en el cual radica el
mantenimiento de una larga guerra colonial iniciada en 1961, una de las
causas del desgaste y caída del régimen.
El régimen era extremamente cauteloso en las relaciones diplomáticas,
principalmente durante las décadas del '30 y '40, lo que lleva a
Salazar, por un lado, a firmar un pacto con la vecina España franquista
y, por otro, a bascular entre el Eje (compuesto por dictaduras) y los
Aliados (compuestos por democracias y por la Unión Soviética) durante la
Segunda Guerra Mundial.
Una economía capitalista controlada y regulada por carteles, detentores
de grandes privilegios, constituidos y supervisados por el Gobierno,
receloso de la innovación y el desarrollo, que solo admitirá la apertura
de la economía y la entrada regulada de capitales extranjeros en una
fase tardía de la historia del régimen, en la década de los 50,
desarrollando las infraestructuras (se construirán autopistas, vías
férreas, puentes, escuelas...) y la economía portuguesa (principalmente
la industria química y metalomécanica, el turismo, los transportes y el
sector energético). Es también en este período en que Portugal entró en
la EFTA (1959), una organización comercial europea que fue gradualmente
sustituida por la Comunidad Económica Europea), y en la ONU (1955).
El régimen era muy conservador, intentando controlar la modernización y
evitar la globalización, porque Salazar temía que estos dos fenómenos
destruirían los valores religiosos, culturales y rurales de la nación;
la censura también impedía la discusión de temas como el feminismo, la
educación sexual y la importación de costumbres del resto del mundo.
Una fuerte tutela sobre el movimiento sindical, prohibiendo en la
práctica todos los sindicatos y buscando organizar a los operarios y
patrones de cada profesión en corporaciones, organizaciones controladas
por el Estado que pretenden conciliar armoniosamente los intereses de
los trabajadores y la patronal. Una meta de ello era prevenir así la
lucha de clases y la agitación social. Mayores problemas enfrentados por
el Estado Novo:
Reorganización general de Portugal, particularmente la reconstrucción
financiera y el mantenimiento de la estabilidad nacional, a nivel
político, económico-financiero, social y cultural.
Los problemas generados por la Guerra Civil Española, ocurrida de 1936 a
1939.
Los problemas consecuentes de la Segunda Guerra Mundial, que tuvo lugar
de 1939 a 1945.
Los problemas causados por la expansión de los regímenes democráticos
pluralistas, después de la Segunda Guerra Mundial.
Los problemas relativos al Ultramar Português (Imperio portugués),
intensificados en la década de los 50 y, sobre todo, en la de los 60, lo
que llevó a la eclosión de la Guerra Colonial Portuguesa, en 1961.
Formas de resolver estos problemas efectuadas por el Estado Novo:
Salazar efectuó muchas reformas económico-financieras, como la
disminución substancial de la deuda externa, consiguiendo así equilibrar
las finanzas[cita requerida] (en aquel tiempo, era casi un "milagro") y
aumentando el valor del escudo (moneda nacional portuguesa). Intenta
regular los precios de los productos y los salarios, para evitar la
inflación (intenta dar bajos salarios a los trabajadores, pero
simultáneamente, baja los precios de los productos, para que los
trabajadores puedan llevar una vida sin grandes dificuldades; por eso,
la "vida" en Portugal era barata). En la década de los 50, comezó a
abrir la economía al extranjero y permitió la entrada regulada de
capitales extranjeros, desarrollando mucho[cita requerida] la economía y
las infraestructuras. Salazar era un buen político y financiero y
muchas infraestructuras de Portugal (como el Puente 25 de Abril) fueron
construidas por mandato suyo.
Pero, comparado con otros países, el crecimiento económico de Portugal
continuó siendo insuficiente. A finales de los 60, Portugal era uno de
los países con una renta per capita entre las más bajas de Europa. Había
desequilibrios regionales muy marcados en Portugal, entre las ciudades
(principalmente las que se encontraban junto al litoral como Lisboa y
Porto) que progresaban y se beneficiaban del crecimiento económico, y
las zonas rurales que continuaban sin desarrollarse (muchos campesinos
portugueses practicaban sólo la agricultura de subsistencia).
Por eso,
casi 2 millones de personas, en su gran mayoría de las zonas rurales,
emigraron masivamente a las ciudades que estaban creciendo, o se
dirigieron al extranjero en busca de un mejor nivel de vida,
especialmente hacia Francia.
Salazar trajo estabilidad y orden a Portugal, efectuando
la corporativización de Portugal, la prohibición de todos los partidos
políticos (a excepción de la União Nacional), la represión y persecución
de los "desestabilizadores" de la Nación (opositores), control de la
educación, formación de organizaciones juveniles y paramilitares a favor
del Estado, prohibición de huelgas, la censura, manteniendo la
neutralidad portuguesa en varios conflictos y reparando las relaciones
entre Portugal y la Iglesia Católica con el Concordato de 1940.
Pero, en la década de los 60, el país comenzó a sentir alguna
inestabilidad por causa de los oposición democrática que iría aumentando
por el anhelo de libertad y, principalmente, el fin de la Guerra
Colonial Portuguesa (1961-1974). Esta situación inestable se agravó en
los 70, con la insistencia del régimen en la continuación de la guerra
pese a sus fuertes costos en vidas y dinero y con la "renovación en
continuidad" de Marcelo Caetano, quien asumió el poder a la muerte de
Salazar pero sin ejecutar cambio alguno en el régimen.
En la Guerra Civil Española, la posición y acción (sobre todo
diplomática), a nivel regional e internacional, de Salazar sobre el
conflicto español contribuirían significativamente para que Franco
venciese en España.
En relación a la Segunda Guerra Mundial, la actitud y la actuación de
Salazar se pueden sintetizar en tres aspectos:
- Preservar a los portugueses de los efectos más dolorosos de la guerra.
Por eso Salazar intentó y consiguió mantener la neutralidad portuguesa
en la Segunda Guerra Mundial. Debido al desequilibrio de los sistemas de
producción de la mayoría de los países europeos, la producción nacional
aumentó para abastecer al país, privado de importaciones, y para la
venta de productos alimentarios, téxtiles, metales (sobre todo
wolframio) a los países europeos en guerra (sean del Eje o de los
Aliados), acumulando muchas divisas y desarrollando de cierta forma la
economía portuguesa.
-
La contribución muy significativa para el mantenimiento de la
neutralidad española (con el consiguiente beneficio para la causa
aliada); el alineamiento español con la Alemania de Hitler hubiera
tenido proyecciones negativas de dimensiones imprevisibles en el decurso
y resultado de la guerra, y también afectaría a la seguridad, y
posiblemente a la independencia de Portugal.
-
El apoyo oportuno dado a la causa aliada, con la concesión de
facilidades para establecer bases aéreas en las Azores a las fuerzas
armadas aliadas, sin afectar a la soberanía nacional, constituyó un acto
de gran relevancia y contribuyó a la supervivencia del Estado Novo en
la posguerra, evitando la posterior hostilidad de los vencedores.
Con la victoria de los Aliados, en 1945, tuvo lugar una expansión de los
regímenes democráticos pluralistas. De tal modo, surgieron presiones
intensas sobre Portugal para que el Estado Novo diese lugar a una
democracia pluralista. Pero el establecimiento de una democracia tendría
como consecuencia inmediata la pérdida de su imperio colonial, habida
cuenta que mantener éste era un fuerte costo para la pequeña economía
portuguesa (sin que aún las masas de Portugal se beneficiaran
visiblemente de los recursos del imperio).
Salazar tuvo que luchar
arduamente, a nivel externo, contra estas presiones, intentando hacer
aceptar internacionalmente la continuación del Estado Novo que se saldó
con el ingreso de Portugal en la OTAN, en 1949, donde permaneció a la
par precisamente de las democracias occidentales vencedoras de la
Segunda Guerra Mundial, y con su ingreso en la EFTA, en 1959, al lado de
la democráticas Inglaterra y Suecia. Fue el reconocimiento, por la
comunidad internacional, del régimen portugués y fue un gran triunfo del
Estado Novo.
Los problemas coloniales fueron una de las grandes preocupaciones de
Salazar que intentó resolverlos. En 1930, se promulgó el Acta Colonial,
pero en la década de los 50 y 60, aparecerán nuevos problemas y
necesidades por eso Salazar y sus gobiernos empezarán a evolucionar el
Concepto Ultramarino Portugués y terminaran por definir una Solución
Portuguesa y una Política Ultramarina Portuguesa, considerada correcta,
realista y moderna por el régimen, para resolver tales problemas y
mantener unificado el imperio colonial.
Pero, debido a los errores
efectuados por Salazar (ya muy anciano en la década de 1960) en sostener
que las colonias eran provincias portuguesas de iure (contrariamente a
lo mostrado en la realidad) y al nuevo panorama internacional (la
condena del colonialismo y la pronta descolonización en masa de muchas
colonias, estimulada activamente por la ONU así como por EE. UU. y la
URSS), los pueblos de las provincias ultramarinas portuguesas empezarán
también a buscar su autodeterminación y esto originó la Guerra Colonial
Portuguesa (1961-1974). Esta larga guerra causó muchas muertes,
perjudicó la economía de Portugal y el país comenzó a sentir muchas
dificultades económico-financieras, como no se vivían desde hacía mucho
tiempo.
La presión internacional (por parte de la ONU y de EE. UU., que
condenaban el colonialismo), llevó a Portugal a aislarse cada vez más
desde un punto de vista diplomático, hasta quedarse "orgullosamente
solos" como decía la propaganda del régimen.
Los problemas de Ultramar implicaban también una pesada carga financiera
que la economía portuguesa no podía soportar eficazmente, y el escaso
desarrollo económico de las colonias africanas causó que la emigración
de portugueses acudiera preferentemente a naciones que ofrecieran un
entorno más favorable (sobre todo Francia o Canadá, pero también Brasil y
Venezuela), siendo que el establecimiento de colonos portugueses en las
colonias (quienes debían ejecutar la asimilación prevista en la
Solución Portuguesa) siempre fue mucho menor al flujo migratorio
dirigido al extranjero y sólo generó dispersas minorías étnicas en los
territorios de África, tornando impracticable el nuevo proyecto colonial
del Estado Novo.
Los problemas del imperio colonial fueron muy mal
resueltos, lo que aumentó la oposición al régimen entre la población
civil, e inclusive se extendió el descontento hasta las filas de las
Fuerzas Armadas, lo cual generó su posterior caída en 1974 (mediante la
Revolución de los Claveles).
Otros desórdenes (internos) sufridos en el Estado Novo:
Por las tentativas golpistas de fuerzas de carácter abiertamente
fascista, (Nacionales-Sindicalistas) liderados por Francisco Rolão
Preto, y también por las fuerzas anarquistas, que intentarán asesinar a
Salazar en 1938.
Por las conspiraciones golpistas de los republicanos, repetidamente
frustradas.
Por la acción de las fuerzas políticas opositoras, principalmente el PCP
(Partido Comunista Portugués) y los democráticos, que periódicamente
presentaban candidato a las elecciones presidenciales manipuladas
secretamente (escandalosamente en 1958, con el general Humberto Delgado
como candidato alternativo).
Por las tentativas golpistas de militares democráticos (Golpe de Botelho
Moniz, en 1961).
Por la acción de los jóvenes, principalmente universitarios, a partir de
la década de los 60, que querían la democracia, el fin de la guerra
colonial y la libertad (una de las más célebres acciones fue la "Crisis
Académica de 1962");
Por la fuerte emigración portuguesa a otros países europeos
Por los actos terroristas causados por milicias opuestas al régimen,
como la Acção Revolucionária Armada (ARA) y las Brigadas Revolucionárias
(BR) (una de las más célebres acciones fue la captura del barco "Santa
Maria" (1961), el asalto de bancos y el ataque a bases militares). El
Estado Novo acabará cayendo por la acción de una conspiración militar
dirigida por el Movimento das Forças Armadas, el 25 de abril de 1974.
La guerra civil española:
Salazar defendía la estabilidad de la vida nacional y temía que la
turbulenta situación de España pudiese afectar a Portugal. Intensificó
la censura y la acción de la policía política PIDE,
Policía
Internacional y de Defensa del Estado.
Portugal proporcionó al bando
sublevado un importante apoyo logístico, permitiendo, por ejemplo, la
comunicación entre los ejércitos sublevados del norte y del sur cuando
aún no podían establecer contacto por tierra, concediendo libre tránsito
a suministros militares destinados al bando nacional, repatriando a
refugiados republicanos, y aportando una modesta cantidad de
combatientes (los "Viriatos") y armamento para los franquistas.
Tras la llegada del general Francisco Franco al poder, Salazar se ocupó
de mantener buenas relaciones diplomáticas con la España franquista, si
bien durante la Segunda Guerra Mundial temió por unos meses que Franco,
con el apoyo del Tercer Reich, intentara invadir Portugal y anexionarlo a
España. A partir de 1945, las relaciones hispano-portuguesas se
mantuvieron en un buen nivel, aunque marcadas por la mutua desconfianza
personal existente entre los mandatarios de ambos países.
A despecho de
lo que muchos creen, y de lo que los dos gobernantes declararon a la
prensa en innumerables ocasiones, Franco y Salazar no se tenían ninguna
simpatía. Franco consideraba al portugués taimado y poco claro; Salazar
despreciaba en Franco al espadón sin cultura. A título de curiosidad,
las entrevistas entre ambos se celebraban en portugués; Franco se
defendía con el gallego lo suficiente como para conversar con su
homólogo lusitano.
Salazar y la Monarquía:
Salazar alimentó él mismo el mito de su "ideal monarquista" al inicio de
su gobierno con el fin de obtener el apoyo del sector integrista
portugués para el Estado Novo.
Pero esto no pasó de ser un juego
político del mismo Salazar. Su antimonarquismo ya se había demostrado
durante su militancia en el Centro católico, cuando en un congreso en
1922 llamó al centro a aceptar la república sin pensamientos reservados,
es decir, aceptar la nueva forma del estado y renunciar a una
restauración monárquica. Esto provocó la marcha de varios católicos
monárquicos del centro.
Tras la derrota de la monarquía del norte un centenar de oficiales
fueron expulsados del ejército portugués, pero el gobierno de António
Maria da Silva propuso su restitución.
Esto se paralizaría con el golpe
de estado que dio origen a la Ditadura Nacional. Salazar diría en un
discurso en 1928 que el debate acerca de la forma del estado (monarquía o
república) era la última de las prioridades del país. En 1930 el
teniente coronel Adriano Strecht de Vasconcelos entrega al presidente de
la república Óscar Carmona un documento titulado A Situação Jurídica
dos militares afastados do serviço do Exército em 1919 (en español La
situación jurídica de los militares apartados del servicio militar en
1919) donde pedía justicia para los afectados. Salazar lo rechazó,
impidiendo la restitución de los ex oficiales monárquicos en el
ejército.
Tras la muerte de Manuel II en 1932, Salazar empezó la destrucción total
del mito de la monarquía, cuando su gobierno se adueña de las antiguas
propiedades de la dinastía de Braganza creando la Fundação da Casa de
Bragança (Fundación Casa de Braganza).
Veinte años después, en 1951 Salazar dio un discurso en el congreso de
la Unión Nacional, en el que dejaba en claro su desprecio por la
monarquía, destruyendo las esperanzas sobre una posibilidad de
restauración.
El concordato:
La cuestión de la indemnización de la Iglesia Católica por la
nacionalización de sus bienes durante la I República es descartada por
Salazar. A pesar de su acción en el Centro Católico y de ser él mismo
profundamente católico, la separación de poderes entre el Estado y la
Iglesia es un propósito firme del salazarismo.
La definición de las
relaciones entre el Estado portugués y la Iglesia Católica se
oficializaría en 1940 por medio de un concordato. La separación
Iglesia-Estado supuso el distanciamiento de quien había sido su amigo,
el cardenal Cerejeira, al ocupar éste la sede episcopal lisboeta.
Salazar asume la cartera de Asuntos Exteriores desde la Guerra Civil
Española, donde no oculta su simpatía hacia el bando nacional.
Con la II
Guerra Mundial el propósito del gobierno de Salazar es mantener la
neutralidad. Próximo ideológicamente al Eje, el régimen portugués se
escuda en eso y también en la alianza con Gran Bretaña para mantener una
política de neutralidad, en un esfuerzo de evitar pleitos contra
cualquiera de los dos bandos beligerantes.
Primeramente, una intensa actividad diplomática hacia Franco intenta
evitar que España se alíe a Alemania e Italia, en el previsible caso de
que los países del Eje con España verían la ocupación de Portugal como
medio de controlar el Atlántico y cerrar el Mediterráneo, lo que
desviaría el centro de gravedad de la guerra hacia la Península Ibérica.
Con España se celebra el Pacto Ibérico (1942) logrando ambos países
quedar fuera de la guerra.
Salazar no toleró desvíos de los diplomáticos portugueses que
arriesgaran su política externa.
Cuando el cónsul portugués en Burdeos,
Aristides de Sousa Mendes concedió una gran cantidad de visados a
refugiados (incluyendo algunos judíos) que trataban de escapar de los
nazis, ignorando las instrucciones del Ministerio de Asuntos Exteriores,
Salazar fue implacable y lo destituyó. Otorgar solamente visados de
transito y en que los demás casos los cónsules y diplomáticos deberían
pedir una autorización previa al Ministerio de Asuntos Exteriores.
Salazar fue y sigue siendo injustamente acusado de haber expulsado
ignominiosamente a Aristides de Sousa Mendes del servicio público y
haberlo privado de sus libertades civiles, quedando reducido a una
notoria pobreza, siendo asistido de caridad por la comunidad judía de
Lisboa, hasta su fallecimiento en 1954. Pero en realidad Aristides de
Sousa Mendes no fue expulsado y siguió recibiendo su sueldo de Cónsul,
durante 14 años, hasta el día de su fallecimiento.
El papel de las Azores:
En 1943, en plena Segunda Guerra Mundial, los Aliados intentan utilizar
las Azores como base de apoyo para sus fuerzas aéreas. El gobierno de
Portugal, sin medios para oponerse a esta exigencia, cedió a la presión
aliada. Salazar negoció como contrapartida el suministro de armamento,
temiendo un posible ataque de una Alemania debilitada pero aún fuerte,
usando el territorio de España como vía de tránsito. Salazar pidió
también la garantía de que la provincia ultramarina portuguesa de Timor
Oriental (invadida y ocupada por tropas japonesas en marzo de 1942)
sería restituida a su metrópoli una vez acabada la contienda mundial.
Aunque Portugal había declarado su neutralidad desde 1939 y mantenía
embajadas en los países del Eje y de los aliados, Salazar trató de
mantener una posición de simpatía con la Italia Fascista y el Tercer
Reich pero reconociendo a la vez que la situación geográfica de Portugal
hacía a su país más proclive a sufrir un ataque de británicos o
estadounidenses.
Con los canales diplomáticos y comerciales abiertos con
ambos bandos beligerantes, la balanza comercial portuguesa mantuvo
saldo positivo durante buena parte del conflicto.
Las sedes diplomáticas de Gran Bretaña y Estados Unidos coexistían en
Lisboa con las de la Italia Fascista y la Alemania nazi, pero Salazar
dio instrucciones para que los agentes diplomáticos de esos países
ejecutasen sus funciones (que incluían el espionaje) sin interferencia
del gobierno lusitano, bajo la condición que los agentes extranjeros no
se implicaran en cuestiones políticas de Portugal.
Esto no impidió que
el 2 de mayo de 1945 Salazar enviase a Alemania un mensaje oficial de
condolencias por la muerte de Adolf Hitler, siendo uno de los dos únicos
telegramas de pésame que un gobierno extranjero remitió por ese hecho
(el otro vino de Irlanda, gobernada por Éamon de Valera).
La posguerra:
Los servicios prestados por Portugal a la causa aliada en la Segunda
Guerra Mundial permitieron que el régimen intentase forzar un
acercamiento hacia Gran Bretaña y los Estados Unidos, considerando que
Portugal, pese a sus simpatías profascistas, jamás había apoyado
activamente el esfuerzo de guerra del Eje y no había por tanto razones
para marginarlo de la misma manera que la España franquista (que también
se mantuvo neutral pero que se había ganado la condena de los
vencedores tras patrocinar el envío de la División Azul contra la URSS).
António Salazar (al centro) visita la maqueta del puente Santa María de
Coímbra, década de 1950
Oliveira Salazar trató de explotar al máximo su otorgamiento de las
bases aéreas en las islas Azores, apoyado por el hecho que su Estado
Novo no había tenido líderes políticos abiertamente pronazis durante la
guerra (a diferencia de la Falange española).
Tras 1948 los esfuerzos de
Oliveira Salazar lograron mayor ímpetu cuando las crisis entre los EE.
UU. y la URSS (como el Bloqueo de Berlín) dieron nacimiento a la Guerra
Fría, donde Salazar podía mostrar el ferviente anticomunismo de su
régimen como credencial para ganar el apoyo político de los Estados
Unidos. De hecho, Salazar combinó su anticomunismo con su apoyo a los
Aliados en 1943 para lograr que Portugal fuese invitada a unirse a la
OTAN en 1949, pese a ser el único miembro de esta alianza que jamás
había roto relaciones con la Alemania nazi.
El anticomunismo de Salazar sirvió para sostener la economía portuguesa
en función a los mercados de Estados Unidos y Europa Occidental, aunque
la escasez de materias primas valiosas en Portugal, así como la poca
extensión y población del territorio, impidieron que los capitales
extranjeros iniciaran una efectiva industrialización del país. Peor aún,
durante la década de 1950 Salazar mostró una fe inquebrantable en
sostener la autarquía económica de Portugal hasta donde fuese posible,
lo cual mantuvo al país como un exportador neto de materias primas de
bajo precio (alcornoques, pesca o productos frutales).
Ante la depresión económica de Portugal, en contraste con el crecimiento
económico de Europa Occidental, una enorme cantidad de portugueses
emigraron desde inicios de la década de 1960, predominantemente hacia
Francia o Bélgica en busca de mejores condiciones de vida, trabajando
como obreros. Otros menos migraron hacia Brasil.
El temor al
reclutamiento masivo de tropas para la guerra colonial en África aumentó
el volumen de la emigración portuguesa, al punto que hacia 1974 casi
500 000 emigrantes lusos vivían en los barrios obreros de Francia.
Guerra colonial en ultramar:
Defensor de una política colonialista que veía a Portugal aún como un
imperio ultramarino, Salazar apostó por la guerra colonial cuando los
movimientos independentistas de Guinea, Angola, y Mozambique
pretendieron escindirse de Portugal.
Esta política fue rechazada por la
mayoría de los países del mundo, máxime en un contexto de independencia
colonial donde otras naciones europeas como Gran Bretaña o Francia, e
incluso otras dictaduras ideológicamente cercanas a Portugal como la
España franquista, ya habían aceptado la imposibilidad práctica de
sostener remotos imperios coloniales.
Además, la posición de Salazar para mantener a toda costa el imperio
colonial portugués carecía de apoyos en la OTAN (de la cual formaba
parte Portugal) y era frontalmente rechazada por los Estados Unidos
(aliado económico del régimen).
Salazar, en su nacionalismo exacerbado,
consideraba que la posesión de extensas colonias era la única opción
para que Portugal pudiera jugar un importante papel en la escena
internacional y asegurarse la prosperidad económica así como afianzar su
identidad patria, consciente que la metrópoli tenía poca extensión,
poca población, y escasos recursos naturales de gran valor, lo cual la
condenaría a ser "nación de segunda fila en el concierto europeo" si
perdía sus colonias.
Ante el visible rechazo al tardío imperialismo de Portugal, Salazar se
vio obligado a estimular una política de aislacionismo internacional
respecto a la descolonización bajo el lema "orgullosamente solos"
(orgulhosamente sós, en portugués). Salazar rechazó incluso la
incorporación de Goa dentro de la India, y después que el gobierno indio
tomara militarmente Goa en diciembre de 1961 el régimen de Lisboa
insistió en considerar a Goa provincia ultramarina nombrando
"gobernadores" o emitiendo sellos postales para dicho territorio.
La oposición al régimen:
El autoritarismo de Salazar le llevó a tomar una posición contraria al
sindicalismo libre.
Esta postura, que debilitaba las demandas del
movimiento obrero, fue contestada por una parte de la población, que se
rebeló. Las fuerzas de seguridad reprimieron duramente dichas protestas
públicas, siendo habitual que la Guardia Nacional Republicana (GNR)
causara muchos heridos y muertos. Una de aquellas víctimas sería la
joven Catarina Eufémia, que se convertiría en la personificación de la
resistencia antisalazarista.
Mientras tanto, los movimientos comunistas y socialistas, aunque
proscritos, siguieron en su resistencia al régimen de Salazar.
Los
enormes gastos de la guerra colonial en la década de 1960 incluso
causaron la pérdida del apoyo de militantes de derecha, que lamentaban
el atraso económico de Portugal en comparación a los países de Europa
Occidental (e incluso respecto a España) mientras los gastos fiscales
laboriosamente ganados eran gastados mayoritariamente en una guerra
colonial.
Para acallar las voces de oposición, el régimen de Oliveira Salazar
recurrió a la PIDE o "Policía internacional e de defesa do Estado" para
la represión política, al mismo tiempo que lograba infiltrar a la PIDE
en casi todos los sectores y grupos de la sociedad portuguesa, desde las
fuerzas armadas hasta los sindicatos, pasando por la Iglesia Católica
local y la militancia del Partido Comunista Portugués.
Obras:
Con un gobierno transformado en el régimen más longevo de Europa
Occidental,
Salazar dejó varias obras públicas tales como el Puente
Salazar (ahora Puente 25 de abril), el Mirador-Monumento a Cristo-Rei,
que demuestra su alianza con el catolicismo conservador de Portugal, el
Estadio Nacional de Portugal, el Aeropuerto de Lisboa, el Instituto
Nacional de Estadística de Portugal, autopistas y otras.
Sin embargo, su
obstinación en mantener las colonias aisló a Portugal y retrasó su
crecimiento durante décadas debido al alto costo económico y social que
significaba para una economía débil y precaria como la de Portugal el
sostener la guerra colonial tanto en África como en Asia y sus
respectivos gobiernos coloniales.
Retirada del poder:
El principio del fin de Salazar comenzó el 3 de agosto de 1968, cuando
tenía ya 79 años.
Durante sus vacaciones en el Forte de Santo António,
en Estoril. Salazar se preparaba para ser tratado por su pedicuro cuando
se dejó caer en una silla de lona. La silla cedió y Salazar cayó
violentamente, llevando un fuerte golpe en la cabeza. Otras fuentes
indican que el golpe lo recibió en su bañera. Lo cierto es que el
accidente quedó oculto por orden del propio Salazar, quien tras
levantarse, se negó a recibir atención médica, exigiendo secreto a los
presentes.
El Primer Ministro regresa a Lisboa. Quince días después,
Salazar admite estar enfermo y el 6 de septiembre es trasladado de
urgencia en un coche desde su residencia en São Bento, Lisboa, al
Hospital de São José, donde se le opera de urgencia.
El 27 de septiembre, el presidente Américo Tomás llama al profesor
Marcelo Caetano para que sustituya al profesor Salazar, incapacitado
para las tareas de gobierno. Nadie, sin embargo, se atrevió a
notificárselo a Salazar. De hecho, hasta su fallecimiento en 1970
quienes trataban diariamente con él le hacían creer que todavía
gobernaba el país, incluso después de haber asumido el gobierno el
profesor Caetano.
Vida personal:
Del doctor Salazar, soltero, se dice que mantuvo varias relaciones
amorosas con mujeres mucho más jóvenes que él. A lo largo de su vida fue
atendido por Dª Maria de Jesús, su ama de llaves. Morigerado de
costumbres, rayano a veces en la sordidez, usaba unas fuertes botas que
le acarrearon ese apodo entre el pueblo. Hombre frío y distante, casi no
mantuvo tratos con sus hermanas, únicas familiares directas que vivían
cuando accedió al poder, y solo manifestaba cordialidad con algunos
íntimos, como su ahijada.
Hay algunas escasas imágenes en las que se le
ve sonriente en su compañía. Solo aceptaba regalos en forma de flores o
libros.
No hay un gran anecdotario personal en torno a su figura; ni siquiera
compartía la afición de sus compatriotas por el fado o el fútbol (el
fado lo calificaba de deprimente e inmoral) lo que no le impidió
fomentar ambos espectáculos, hasta el punto de que su régimen era
llamado "el de las tres F: fado, fútbol y Fátima". Se le dio sepultura
en la parroquia de Vimieiro, en Santa Comba Dão, en una modesta tumba
donde descansa con sus padres.
Algunas cuestiones relacionadas con Salazar:
Por un Decreto de 1937, obligó a usar el llamado teclado nacional o
teclado HCESAR en las máquinas de escribir que se vendieran en la
nación. Este teclado, llamado así por la secuencia de sus letras de la
primera fila, suplió al AZERTY francés por permitir una redacción
dactilográfica más rápida en textos portugueses. Así, las máquinas de
escribir HCESAR eran obligatorias en las dependencias públicas y entre
1938 y 1974 eran las más habituales en los comercios portugueses. Desde
1974, las máquinas HCESAR se han convertido en curiosas piezas de
coleccionista.
http://es.wikipedia.org/wiki/Ant%C3%B3nio_de_Oliveira_Salazar. "Oliveira
Salazar".
http://es.wikipedia.org/wiki/Estado_Nuevo_% 28Portugal%29. "Estado
Novo".
La Foto de Hoy:
Las Caricatura del Día:
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